Milei vs. La Casta: Una contienda donde al final terciará el pueblo
En su primer año de gobierno, a Néstor Kirchner le aprobaron un centenar y medio de leyes, a Cristina Fernández algunas menos, a Mauricio Macri algo más de cien, y a Alberto Fernández unas setenta. Más allá de los bemoles de los distintos momentos, entre bomberos nunca se pisaron la manera. “Tomá esto, dame lo otro, y todos felices”, fue la filosofía legislativa que imperó en el Congreso de la Nación durante gran parte de la historia argentina inmediata. Fue así hasta que los argentinos eligieron a Milei, cuando toda esa historia entró en cortocircuito, y los planes de casi todos los políticos entraron en profunda y violenta crisis. En sus primeros seis meses no le aprobaron nada.
A más de medio año de gobierno, ese gran conjunto de políticos no baja los brazos, no se rinde, sino que redobla su esfuerzo, casi desesperado, para que Milei caiga. No es para menos. Se trata de toda una historia de curros, prebendas y demás deudos, que no están dispuestos a sacrificar solo porque los argentinos eligieron un loco que quiere hacer de la Argentina un país serio. “Ni en pedo”, prometen. Como muestra de esto basta echarle una mirada a las cámaras. Zurdos, derechos, ambidiestros, mancos y lepantos, sin importar signo o color, unidos por el terror a que Milei, el Loco, el inestable, el desquiciado, saque el país adelante.
Pero eso no es lo peor. Lo peor es que la gente lo banca, le llena el Luna Park y el León les canta un rock’n roll. No se lo canta a su gente, se lo canta a esa casta que sueña con verlo caer. Las consultoras no saben cómo hacer para que la imagen de Milei caiga y conformar a sus clientes. Y como si todo eso fuera poco, la inflación se redujo y la economía se comienza a sanear. Como para que no entren en crisis. Es por eso que van a hacer lo imposible para trabar la Ley Bases.
Tampoco quieren un Pacto de Mayo. No quieren nada que pueda significar que la Argentina vuelva a ser el país que alguna vez fue. Solo quieren volver al viejo modelo político, ese que enriqueció a tantos políticos y sus entenados, mientras sepultó al país en la pobreza. No les importa otra cosa. No quieren otra cosa. Lo están dejando bien en claro, desde sus bancas, desde cualquier micrófono, a través de cualquier cámara, y desde Tictok, Twitter, Instagram y Facebook. “QUE SE CAI-GA YA”.
De los dos lados parece ser a matar o morir. Como en esas peleas de la película Rocky, o como en esas batallas de los escoceses en Corazón Valiente, y ya sabemos de qué lado está la gente, el pueblo. Pero ellos son muchos, y hay mucha guita en juego. Para colmo, nos juega en contra nuestra historia: Siempre, al final, nos entregamos, nos vence el miedo, nos gana la comodidad, nos muestran una zanahoria de plástico desde la tribuna y resignamos el gran premio.
Sea como sea, y sin lugar a dudas, el final es abierto. El futuro contra el pasado, la prosperidad contra la pobreza, la libertad contra la esclavitud. Insisto: El que terciará en todo esto es el pueblo. Veremos cómo se porta.
Norman Robson para Gualeguay21