27 marzo, 2025 1:16 pm
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Periodismo si o no, esa es la cuestión

Esperanza

El rol del periodismo es informar, es llegar a la sociedad con información, con la cual ésta podrá tomar o no sus mejores decisiones. Conocer la realidad permite prever lo que podría ocurrir, y saber eso permitiría anticiparse o estar preparado. También permite comparar, valorar, ponderar otras realidades y situaciones, otras conveniencias e inconveniencias. En plena era del conocimiento, saber capitaliza y distingue a los individuos, y, por ende, a los pueblos, y solo sobre ese saber éstos construyen su progreso. No hay otra. Cuando no predomina el conocimiento, imperan la duda, la incertidumbre, la ignorancia, y llegan las castas políticas para aprovechar eso y arrasar con todo.

Sin lugar a dudas, saber no es lindo, no es un placer, y muchas veces disgusta, molesta, resulta incómodo, hasta compromete, pero solo con conocimiento se resuelven los problemas y se encuentra el camino del desarrollo particular y colectivo. Uno puede tener todos los recursos, pero si no sabe qué hacer con ellos, nunca podrá resolver nada. Es como pasar de aquella frase “pienso, luego existo” a una nueva: “sé, luego vivo y crezco”.

Por eso, las sociedades con más certezas que dudas, saben lo que quieren, cómo obtenerlo, y lo obtienen. Saben qué hacer y cómo hacerlo, saben a dónde quieren ir y cómo ir. Tienen más respuestas, lo que se traduce en orden, en paz, en desarrollo, en progreso, en salud, en seguridad, en educación, en bienestar, en éxito. Imperan los valores y sus dirigentes las lideran según estrictos intereses comunes y no individuales. Ejemplos de esas sociedades los vemos a diario por televisión.

¿Pero qué pasa si no se sabe?

Las sociedades que no saben viven en la incertidumbre, en la duda, en la ignorancia, sin saber qué hacer, ni cómo hacer, ni a dónde ir, ni cómo ir. Ni siquiera saben porqué no saben. No saben cómo resolver sus problemas. No saben cómo curarse, no saben cómo protegerse, no saben cómo educarse, no saben cómo crecer. Entonces se desesperan, se violentan. En esos pueblos impera el desorden, el caos, la anarquía, el sálvese quien pueda.

Ahora bien, si a ese marco apocalíptico se le suman el reparto liviano de subsidios, y la consecuente degradación del trabajo, se empoderan minorías por demás, se otorgan derechos sin obligaciones, y, encima, se convence a los individuos de que no hay más una verdad, sino que cada uno tiene la suya, y que la tienen por derecho adquirido sin haberse esforzado en aprender, se obtiene una masa social en ebullición constante, servil, lista para ser sometida y dominada sin que se dé cuenta siquiera.

En ese caldo de cultivo brotan y crecen castas feudales oportunistas, sin distinción de color ni olor, que por algún aborto del destino obtienen poder y en él se enquistan, se perpetúan, hasta fagositarse a la misma sociedad, a sus riquezas y hasta su futuro. Se autoproclaman políticos, pero de eso no saben nada, ni les interesa saber. No saben gobernar y no gobiernan, solo simulan mientras aprovechan. Se trata de hordas que imponen relatos que sus sociedades, ya desquiciadas, compran sin dudar, para aferrarse al último atisbo de esperanza.

Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad. O no.

Por estos tiempos, nuestra sociedad parece haber entendido que algo como ésto le ha pasado, y parece haberse decidido en ir por su propio rescate. Claro está que el periodismo no es la salvación, ni siquiera puede liderar ese rescate, pero sí es una herramienta importantísima, sino indispensable, vital, para ello. No lo olvidemos, y dejemos que nos hagan saber.

Norman Robson para Gualeguay21

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