12 octubre, 2024 6:01 am
Rectángulo Image

Reflexiones: Una perspectiva familiar sobre la crisis actual

“Uno de los países más ricos del mundo pero lleno de boludos”, le decía un inglés a mi padre en español atravesado. Un estigma que no muy pocos sufrimos cuando miramos nuestro maravilloso país y lo que hemos hecho de él. Hoy, a pesar de los años, todavía no logro rebatir ese crudo concepto del sajón. Pero bueno, boludos o no, a este país rico lo fundimos, y de ello nos dimos cuenta el año pasado, con una idea de lo que nos costaría salir de esa situación. Así elegimos a Milei. Hoy, sufriendo en carne propia el costo anunciado, el debate no es ideológico de derecha o de izquierda, es sobre si nos importa o no nuestro país, nuestros hijos y nietos, y su futuro.

Sin perjuicio de que sea o no Milei el mago al que le permitamos que nos saque de este profundo poso, creo que es preciso comprender nuestra situación en toda su dimensión.

Corta la bocha. Si papá se levanta un día y decide que en casa nadie labure, primero se nos va a terminar la plata, y después la mercadería en la alacena. Venderemos las joyas de la abuela y le pediremos plata al tío, pero, tarde o temprano, también se acabará eso y no habrá de donde sacar. Andaremos con las zapatillas rotas, después desabrigados, nos enfermaremos, y nos pelearemos todos contra todos. Y así hasta que nos demos cuenta de que si no salimos a laburar, nos morimos.

Entonces pensemos que ese día llega, casi toda la familia se pone a laburar, llega fin de mes, y cobramos. El gran problema ahora es decidir qué hacemos con esa plata. Las sobremesas se vuelven un quilombo, porque, encima, hay uno que no le gusta laburar y quiere volver al pasado.

Mamá quiere llenar de mercadería la alacena, la heladera y hasta la pieza del fondo, por las dudas. Felipe quiere zapatillas nuevas porque en la escuela le hacen bulling. Jimena quiere cambiar el foco de afuera porque le da miedo de noche cuando vuelve. El Nono quiere sus remedios, y la Nona necesita arreglarse los postizos. Gervasio, el más haragán, tras que no consigue laburo, solo mete zizaña para que unos se peleen con los otros.

Papá rompe su silencio y explica que los cien que cobramos solo alcanzan para sobrevivir comiendo lo mínimo para poder seguir trabajando y recuperando lo perdido, para cambiar el foco de afuera, y para guardar algo por las dudas. Si no surge nada, veremos a fin de mes en qué gastamos eso que guardamos. Lo demás tendrá que esperar.

Ante la mala noticia, todos se entristecen, aunque saben que es la única forma, pero Gervasio se enoja, le dice al padre que es una mierda, egoista, que no le importa nada y se va de la mesa. Se escucha el portazo de su pieza.

Entonces el hombre de la casa, pausado, se dirige a su mujer y a los nonos, y les dice: “Nosotros, los más grandes, nos gustó no trabajar y gastarnos la plata, aunque sabíamos que ésto algún día iba a pasar, y no nos importó, así que hoy nos toca hacernos cargo”, y agrega, señalando a sus hijos: “Hoy tenemos que concentrarnos todo lo posible en devolverles a ellos, verdaderos inocentes de todo esto, el futuro que les robamos”. Respecto de Gervasio, se encogió de hombros y miró al cielo.

Hoy, la Argentina atraviesa una situación no muy diferente. Llevamos varias generaciones de indiferente comodidad en la que permitimos, casi con alevosía, que una sarta de nefastos delincuentes trajeran el país a este estado de miseria, hipotecando un futuro que teníamos la responsabilidad de custodiar. En su lugar, dejamos que lo despilfarraran, y no era nuestro. Hoy nos toca hacernos cargo y devolvérselo a sus legítimos dueños: nuestros hijos y nietos.

¿Y los Gervasios? Ellos ya son historia, aunque no lo sepan, pues el pueblo ya se avivó, y no lo joden más.

¿Y el inglés? A él me gustaría demostrarle que, finalmente, dejamos de ser boludos, y que tenemos un país no solo rico, sino serio. El mejor país del mundo.

Norman Robson para Gualeguay21

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

× HOLA!