Trabajadores: Entre la melancolía y la hipocresía, un gran desafío
Celebrar el día del trabajador en un país donde ha sido erradicada la cultura del trabajo suena a manifestación melancólica, sino a mero acto hipócrita. En una sociedad donde el Producto Bruto Interno per cápita no crece desde hace más de una década, y donde el pueblo ya no cree que es necesario producir por lo menos lo que se consume, cuando eso significa su quebranto, es evidente que el trabajo ha pasado de moda. Tan es así que lo importante hoy es cobrar un salario, o un subsido, sin importar si se hace algo a cambio. En un país así, solo queda asumir el gran desafío de restaurar el valor que supo tener el trabajo cuando hicieron de este país lo que fue.
En Chicago, Estados Unidos, el primero de mayo de 1886 comenzó una huelga en reclamo por una jornada laboral de ocho horas. La misma tuvo un saldo trágico y dio lugar a un juicio contra ocho manifestantes. Tres fueron condenados a prisión y cinco a la horca. Estos son los “Mártires de Chicago” a quienes, desde 1889, homenajeamos cada 1 de Mayo en el Día de los Trabajadores.
Más cerca en el tiempo, y nunca más lejos en lo cultural, en Japón, Karoshi significa “muerte por exceso de trabajo”, y describe un fenómeno que aumentó la tasa de mortalidad entre los trabajadores. Se trata de los problemas psicológicos, neurológicos y cardiológicos que resultan de una obsesiva y exagerada dedicación al trabajo, propia de esa cultura. Éstas ocasionan todo tipo de trastornos, incluso la muerte.
Qué lejos estamos de todo aquello, tanto de los mártires como de los karoshis. En este país, que es el único en el mundo donde los que no trabajan hacen paro, donde las manifestaciones son para seguir sin trabajar, o en reclamo de mayores subsidios, donde los sindicalistas que en su vida trabajaron cobran de los que sí trabajaron y trabajan, y, lo que es peor, donde nuestros gurises sueñan con ingresar a las huestes del Estado como un proyecto de vida exitoso en el que se trabaje poco, que nos tomemos el día para homenajear el trabajo parece una joda.
Me pregunto: “¿Realmente nos merecemos este día?”, “¿qué hacemos por el trabajo?”, “¿hacemos algo, por lo menos, por recuperar la filosofía del trabajo o restaurar su cultura?”, “¿realmente nos hemos olvidado del ejemplo de nuestros orígenes?”.
Creo que los argentinos, en esta suerte de cambio de cultura que parece que hemos elegido, este 1 de Mayo debemos comenzar a reflexionar sobre todo ésto, y replantearnos seriamente la reconstrucción de este país a partir de la recuperación del trabajo como única forma de crecimiento, de desarrollo individual y colectivo. El trabajo, junto a la educación, son indispensables para cualquier éxito que se aspire. No hay otra.
En lo que respecta al “laburo”, nuestro compromiso con las futuras generaciones es reparar esta realidad a partir de una intensiva concientización de la sociedad, con el objeto de reinstalar en el consciente colectivo el concepto de trabajo como único medio de desarrollo individual y progreso colectivo. Es necesario y urgente diseñar e implementar políticas públicas efectivas que promuevan el trabajo genuino, al igual que también es necesario y urgente impulsar a los trabajadores a recuperar los sindicatos para su defensa y desarrollo.
Mientras tanto, el Estado debe eliminar cualquier salario o subsidio que no tenga una contraprestación cierta y concreta que le corresponda, de forma de comprender que cualquier beneficio solo llega del esfuerzo y sacrificio. Como alguna vez dijo Perón, toda economía exige que sus individuos produzcan, por lo menos, lo que consumen, caso contrario, se derrumba.
Solo así recuperaremos aquella cultura que trajeron nuestros antepasados y gracias a la cual esta Nación alcanzó su grandeza, aquella misma que al traicionarla nos sumergimos en esta realidad de postergación y decadencia.
Feliz día.
Norman Robson para Gualeguay21