6 noviembre, 2024 2:07 pm
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La Argentina le dijo basta a la alternancia populista

Luego de décadas en las que alianzas y coaliciones populistas se alternaron en el poder para llevar el país a niveles históricos de pobreza, inseguridad, inflación, desempleo y postergación, los argentinos dijeron basta, y eligieron una propuesta nueva: una república. A pesar de la campaña terrorista practicada por esos populismos durante un extenso proceso electoral de casi tres meses, los votantes se volcaron por la propuesta de Javier Milei.

En estos 40 años de democracia post dictadura, que comenzaron con Alfonsín y Menem, y que, luego del 2001, terminaron con los Kirchner y Macri, imperaron distintas improntas populistas demagógicas que terminaron con los patrimonios del pueblo argentino y lo sumieron en la decadencia.

Tal es así que todas las gestiones estuvieron signadas por la corrupción. Desde los pollos de Mazzorin, hasta los múltiples Insaurraldes, con la obra pública como eje común, la explotación del estado en beneficio de los políticos llevó el país a la quiebra. En este tiempo, la política se convirtió, por lejos, en la profesión más lucrativa, por sobre cualquier profesión honesta.

Pero lo más siniestro de estos procesos ha sido el usufructo del Estado para su perpetuación en el poder, principal razón de los índices de pobreza e ignorancia. A través de esa demagogia, propia del populismo, la clase política, primero, generó en la sociedad una alta dependencia del poder,
y, luego, infundio el terror a perder esa dependencia para perpetuarse en el tiempo.

De ese modo, los populismos, gracias a su política terrorista, se perpetuaron en el poder, hasta que, un día, el pueblo se cansó. Primero, en el 2015, el populismo se disfrazó de cambio, y la estafa fue rápidamente descubierta.

Este año, por afuera de los populistas, con un partido propio y nuevo, etiquetado por el populismo como de extrema derecha, Javier Milei conquistó, genuinamente, al pueblo, interpretando su sentir y sus expectativas. Su campaña electoral fue la primera en décadas que se ganó esgrimiendo ideas y no desparramando promesas. Y es la mayor proporción de votos obtenidos en lo que llevamos de democracia.

Si bien es cierto que, para allanarse el camino a la presidencia, tuvo que asociarse con algo del populisno arrepentido, o interesado en conseguir alguna miel, su conquista es absolutamente legítima. La cuestión es que, de acá en más, sus ideas no se perviertan. Sea como sea, se avecinan tiempos distintos, tiempos de transición y el comienzo del supuesto proceso de cambio, en el cual no se descartan focos de violencia que el pueblo deberá saber ayudar a sofocar.

En síntesis, a pesar de la inexperiencia política y su carencia total de estructura, a pesar del terror desplegado de ambos lados del populismo, a pesar del reparto obseno de dinero a diestra y siniestra, de la mano de la juventud, las ideas liberales le devolvieron a los argentinos la República que le habían robado hace mucho tiempo atrás.

Solo queda un gran desafío: traducir todo esto en un cambio de modelo concreto y consolidarlo en el tiempo.

Norman Robson para Gualeguay21

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