Qué pasó: No alcanzaron ni la valentía ni el sacrificio
Según se desprende de la historia argentina, la valentía ha sido siempre un don extraordinario reservado solo para algunos héroes, escaso en el colectivo ciudadano, mientras que el sacrificio siempre fue esquivado. Una prueba más de esto es el resultado electoral del pasado domingo, cuando un país que se venía inclinando por un cambio extremo, de repente, una parte se arrepintió, principalmente, por el fenómeno Milei. Faltaron valientes y otros eligieron evitar cualquier sacrificio. Algunos detalles.
Durante los meses previos a esta elección, el país se fue volcando, provincia por provincia, hacia propuestas de Juntos por el Cambio y alternativas similares, mientras que, en las PASO, el extremo mileísta se instaló como primera fuerza. Todo esto contribuyó a imaginar un escenario con un Milei ganador en primera vuelta, en un país decidido a un violento cambio de timón.
En otras palabras, ese libertario insolente pasó a ser, de repente, una seria amenaza para el universo público privado que trajo el país a este desastre. Una amenaza potenciada por un Juntos por el Cambio fortalecido en todo el país. Un escenario que hablaba del inevitable final del kirchnerismo.
Ahora bien, frente a todo ésto, y con la supervivencia en juego, los aparatos se pusieron rápidamente en marcha. Con la distribución de dinero en cualquiera de sus formas, el oficialismo buscó congraciarse con sus víctimas más desesperadas. Al mismo tiempo, en conjunto con Juntos, desarrollaron una campaña de intenso desprestigio con el cuco Milei. Una estrategia gratamente potenciada por los medios hegemónicos, que adoptaron una clara posición anti Milei.
De este modo, la distribución de dinero fue rindiendo sus frutos, mientras que la figura de Milei se fue degradando, muchas veces, también, con su propia ayuda.
A estas estrategias, aplicadas por separado pero siempre en el mismo sentido, el oficialismo y Juntos sumaron, en el último mes, las campañas del terror. Por parte de Juntos, atacando el proyecto de Milei, pero, de parte del oficialismo, aprovechando siempre el aparato estatal, atacaron ambos proyectos. Por ejemplo, los boletos Milei y Bullrich lograron su impacto, especialmente en la provincia de Buenos Aires.
Todo este concierto de beneficios “gratis” y mentiras, bien alineadas, llevaron a los votantes a replantear “seriamente” su intención de voto, y aquel escenario de Milei arrasando con las urnas se revirtió. El oficialismo, Juntos, y los medios lograron instalar que votar a La Libertad Avanza era un acto de locura, mientras que Massa, apuntando contra los tonos de violencia de ambos, logró equiparar a Bullrich con Milei.
Sin lugar a dudas, la amenaza de un Milei gobernando despertó la iracundia del establishment argento, netamente populista, y éste supo, con una buena mano de los medios, derrumbar esa imagen, y, de paso, arrastrar en ese derrumbe a la propia Bullrich, para, finalmente, inclinar el voto a favor de Massa.
En esta elección no terciariaron los cabeza de termo, ni ninguna clase social o etarea, ya que todos sufren lo mismo. Solo jugaron su papel preponderante, en todo el electorado, los intereses personales, las necesidades y los miedos, genialmente manipulados por el poder amenazado para desparramarlos por todo el país a través de TN, A24, C5N y Crónica.
Así fueron a votar los argentinos el pasado domingo: preocupados y con miedo. Preocupados por su situación particular y con miedo a lo que pudieran llegar a hacer Milei y Bullrich. Y así votaron. Muchos lo hicieron por Massa, pero, así y todo, más del 50 porciento votaron en su contra. No todo está perdido: algo queda de valentía y disposición al sacrificio.
Norman Robson para Gualeguay21