Calidad política: El desafío de los argentinos que aún quieren un futuro digno
En esta Argentina de hoy, tal cual lo demuestra la realidad, el sueño de demasiados argentinos y argentinas es ser candidato a algún cargo político. Del mismo modo, el sueño de demasiados jóvenes es acompañar a alguno de esos candidatos para poder acceder a un puesto público, o a algún otro beneficio. Es año electoral y todos buscan la forma de salvarse. Nadie busca poder gobernar, ni nadie busca la oportunidad de generar un cambio para mejor, así que nuestra suerte, sean quienes sean elegidos, está echada.
Una revisión de nuestro pasado inmediato nos demuestra, sin lugar a dudas, que la calidad política promedio de quienes nos gobiernan es paupérrima. Sea ésto a nivel nacional, provincial o municipal, sean éstos de un color o de otro. En otras palabras, un repaso como el mencionado nos demuestra que no hay diferencias de ningún tipo entre los diferentes miemvros de los distintos gobiernos, ya que todos, o casi todos, cultivan el mismo vicio.
No solo es así por las incapacidades intelectuales y morales imperantes, sino, más que nada, por el inexistente interés en el otro, en el país, en la Patria. Encontrar alguien con un compromiso genuino con el Estado y la sociedad es más que raro, y encontrar alguien que aspire a tener el poder de gobierno para gobernar en favor del pueblo es exótico, y puede encontrarse a principios de las gestiones. Conforme pase el tiempo se les pasa. En otras palabras, casi nadie está dispuesto a adoptar decisiones que puedan afectarlo particularmente. Todo lo que hacen casi todos es para su propio provecho.
Establecida esta irrefutable y lamentable premisa, prendamos la tele o la radio, leamos el diario o el celular, y miremos como, hoy, toda la casta política está concentrada en luchar por sobrevivir al final de un período, en pelear por seguir viviendo del Estado, olvidando todo lo que pasa a su alrededor y es de su responsabilidad. Hoy, su prioridad es su perpetuidad en el mismo o en otro cargo en la gran teta pública. No importan, en realidad, salvo como argumento discursivo, la inflación, la inseguridad, la sequía, la salud, etcétera.
Hoy podemos observar en los medios, a simple vista y sin disimulo, los tejidos internos, partidarios y extrapartidarios, preparando, sin vergüenza alguna, el tarazcón a un pedazo de la torta de todos. Desde Cristina y la Cámpora queriendo sobrevivir, hasta Cambiemos a los codazos entre Pros y radicales para comodarse, y Frigerio avanzando sobre Entre Ríos para ser presidente algún día. En lo local, Erro, Dorita, Carlitos y Meda sintetizan lo mismo: El poder per se en su propio beneficio, no para gobernar, ni para solucionar nada, ni para transformar aunque sea algo de la realidad de sus gobernados.
Si bien nuestra suerte para los próximos años ya está echada, pues la calidad política de la oferta para las próximas elecciones es tan pobre como lo ha sido en las últimas décadas, el desafío de los argentinos en general, y de los gualeyos en particular, de cara al futuro inmediato, es reemplazar la indecorosa oferta política actual por alternativas de mejor calidad, tanto en lo intelectual como en lo moral, pero, más que nada, en su genuino y honesto compromiso con su misión de gobernar en el exclusivo beneficio de sus gobernados.
Sin dudas, el problema no está en cómo elige el pueblo, sino en qué alternativas le estamos dando a elegir, ya que esa oferta surge de entre nosotros. Si no nos hacemos cargo de ésto, no habrá futuro digno.
Norman Robson para Gualeguay21