Carnaval: La simbiosis entre integrantes y público selló un nuevo éxito
Y se fue la última noche de nuestros carnavales. Entendiendo por éxito cumplir con el objetivo de entretenimiento que tiene un espectáculo, y no el dinero que colecten unos u otros, nuestro carnaval volvió a ser un éxito. Esta vez, como siempre, no fue gracias a la inversión, ni a la organización, ni al vedettismo de funcionarios oficiales y directivos de comparsas. Esta vez, volvió a ser un éxito gracias a esa simbiosis entre los integrantes y el público, que embriagó a ambos por igual. Es más, fue un éxito a pesar de las miserias y caprichos de quienes se creen dueños de nuestro carnaval.
Más allá de las plumas y sus colores, o de las estructuras y sus diseños, o de los cuerpos y sus formas, o del tema que interpreten, el carnaval lo hicieron siempre, y lo seguirán haciendo, los integrantes, tocando, cantando o bailando, cautivando a los espectadores.
Al producto carnaval lo hacen los integrantes, y es un éxito cuando ese producto conquista al público. Eso quedó probado varias veces a lo largo de nuestra historia carnestolenda. Algunos ejemplos. En el 2020, Karumbaý cerró una noche desfilando bajo la lluvia torrencial sin que ningún integrante abandonara su puesto, y sin que nadie del público dejara su lugar, hasta que la comparsa completó su paso. Lo mismo le pasó a Samba Verá en 2022, y, en su clímax, le cortaron el sonido por precaución, y esa vez el ritmo, bajo la lluvia, lo marcó el público con sus palmas. Por último, este 2023, Samba Verá, por lejos tercera, todas las noches enardeció las tribunas a lo largo de todo el circuito.
Y así hay muchos ejemplos de que la esencia de este espectáculo es solo darle al público lo que el público quiere, lo que busca, y por lo que pagó su entrada: fiesta, algarabía, euforia, alegría, y eso se lo dan solo los chicos y chicas que le ponen el alma tocando, cantando, bailando, saltando, o contando. No los trajes, ni las plumas, ni las carrozas. Todo éso es como la hermosa cereza que engalana el postre, pero el postre lo hacen las gurisas y los gurises que visten esos trajes, que cargan esas plumas, que se montan en esas carrozas, al igual que aquellos que le ponen el ritmo desde las bandas y las batucadas, y esos que alientan desde sus micrófonos, todos contagiando ese espíritu más allá del circuito.
El carnaval de Gualeguay no es ostentación artística, y, si alguna vez lo fue, fue hace mucho. Hoy, con su mote de corso, es el “Carnaval más divertido del País”, en el cual ya quedó demostrado que no importan los temas que pretendan representar, ni toda esa parafernalia artística que pretenden jurar cada año. A la gente le importa el producto que los copa, que los hace saltar, bailar y cantar, que los hace aplaudir y gritar, que los hace lanzar espuma al aire a su paso.
Es por todo esto que este año, esa simbiosis significó un gran éxito, pues los miles de espectadores que fueron a nuestro carnaval, gracias a esa simbiosis, se fueron colmados de satisfacción, extenuados de diversión. Un éxito que es exclusivamente de los integrantes, del público, y de nadie más.
Así es que los verdaderos jurados del producto carnaval de los corsos gualeyos es el público, el que lo hizo un éxito. Por eso los premios jurados cada año son para los funcionarios y los directivos, y nunca conforman ni a los integrantes, ni al público. Mientras los jurados juzgan una creación artística que nada tiene que ver con el producto, los espectadores valoran aquello que los apasionó.
Consumada otra edición de nuestro carnaval, se puede saber cual fue la comparsa que más gustó, la banda y la batucada que más copó, la reina que más cautivó, los trajes, destaques y tocados que más impresionaron, o la carroza que más impactó, pero no importa. El carnaval no necesita, sí o sí, ser una competencia. Lo importante es el éxito alcanzado por los integrantes de las tres comparsas, un éxito que fue determinado por el público a lo largo de las 10 noches. Un éxito que no nos divide, sino que nos une.
Felicitaciones a todos ellos: a los integrantes, por su esfuerzo y pasión, y a los espectadores, por elegir nuestro carnaval.
Norman Robson para Gualeguay21