13 febrero, 2025 3:48 pm
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Cómo enfrenta nuestra dirigencia el futuro de todos

Frente a esta nueva realidad post pandemia, donde se enfrentan nuevos modelos de producción, de industria, de comercio y de servicios, en algunos casos muy distintos a los anteriores, le preguntamos a distintos referentes políticos locales y provinciales sobre si se deben replantear los modelos de gobierno actuales, entendiendo por gobernar el ordenamiento de la convivencia y la administración de los recursos detrás del desarrollo general, y los modelos de la práctica política, entendiendo ésta como el desarrollo de soluciones sustentables para toda la sociedad. Lo qué dejaron las respuestas y la indiferencia de quienes no respondieron.

Le realizamos esta pregunta a 5 candidatos a una banca en el Congreso, 5 legisladores provinciales, 2 funcionarios provinciales, 3 concejales, 4 funcionarios locales, 12 referentes locales, y 8 dirigentes provinciales. De los 39, solo se animaron a responderla 22, entre legisladores y dirigentes provinciales, y referentes locales. De este modo, algo más de la mitad demostró su respeto para con el encuestador, mientras que el resto se refugió en típicas excusas o, directamente, ignoró la consulta.

Siendo que no se trataba de un extenso cuestionario, sino de una sola pregunta, lo curioso es que no respondió ninguno de los candidatos, ni ninguno de los funcionarios municipales o provinciales consultados.

Lo que dejaron las respuestas

“No existen respuestas simples para cuestiones complejas”, dice Jorge Satto, legislador provincial y empresario, y con él coinciden todos. “No existe un proceso rápido para esto”, confirma Mariano Berisso, joven empresario agropecuario gualeyo, y “la pandemia desnudó todos los déficits del Estado”, agrega la diputada provincial Gracia Jaroslasky. “Los modelos de políticas han sido y serán oportunistas, sean del color que sean”, se lamenta Daniel Galeano, sindicalista gualeyo, y advierte que “hasta que no tengamos políticas de Estado, no esperemos grandes cambios”. 

Fabio Akiki, dirigente local, coincide con la necesidad urgente de replantear los modelos actuales de gobierno y entiende que lo más urgente es “consensuar con la mayor cantidad de actores políticos y sociales los parámetros generales de estos modelos de gobierno a seguir”, aunque expresa sus dudas sobre “si estamos preparados como sociedad para despojarnos de nuestro ego, consensuar, y afrontar el cambio”. 

“Los paradigmas políticos del pasado hoy ya no se adecuan a las nuevas necesidades, salvo que haya un trabajo articulado genuino de ambas partes en políticas públicas sustentables”, también advierte Leo Schey, dirigente provincial del sector turístico, y recuerda que “los responsables de generar riqueza son los privados, pero, para que puedan hacerlo, está el Estado”, marcando bien las responsabilidades. En el mismo sentido, Alfredo Bel, dirigente rural, observa que es “el sector público el que debe asumir este nuevo paradigma, reconociendo la tarea de sus sectores, y la de todas las actividades privadas, y poniendo al alcance de los ciudadanos todas las herramientas necesarias”.

El Senador por Gualeguay, Francisco Morcchio, apunta que “en un país donde el que trabaja y haciéndolo da trabajo a los demás, no solo no es ayudado por el Estado, sino que tiene que soportarlo, la primera medida debería ser dejar de asfixiarlo con impuestos”. Al respecto, el dirigente y empresario Cristian Ciancio advierte que “los organismos estatales y sus recursos humanos son los que más van a sufrir estos cambios, ya que no están obligados a rendir resultados, mientras que el sector privado si no genera resultados desaparece”.

“El replanteo de lo público pasa por una vuelta a las fuentes”, entiende Mario Amado, dirigente provincial, y agrega que “es necesario servir y no servirse del cargo, trabajar por un salario digno, pero no para enriquecerse, ni para salvarse, ni para meter a toda la familia”. Por su parte, Jacinto Debali, dirigente rural gualeyo, señala que “el único plan que vemos hace años en nuestra casta política es la de mantenerse en el poder”, remarca que “esa política ha dejado al país y toda su gente a la deriva, en un estado de decadencia que costará muchos años revertir”, y advierte  “que cambiará el día que decidamos dar el gran paso de recuperar la gran nación que fuimos”.

Para la dirigente ambiental entrerriana, Paula Armandola, “la pandemia hizo que nos demos cuenta, como sociedad, que venimos haciendo las cosas mal”, y, en ese sentido, explica: “los conflictos socio-territoriales en nuestra provincia son varios y casi todos están generados por falta de ordenamiento territorial y otros por falta de procesos sostenibles en la producción tanto de productos como de ciudad”. Del mismo modo, aunque desde otra óptica, Schey señala que, por toda esa situación, “las cadenas de valor se han visto degradadas, y se vende sin valor agregado”, lo que demanda urgente “el trabajo conjunto de los sectores públicos y privados”.

Ciancio cree que “el replanteo ya estaba latente, pero la pandemia hizo que miles de procesos se aceleraran, por la virtualidad, por la falta de contacto, por los nuevos formatos de convivencia entre las personas”. Todos coinciden en esto, pero también en una realidad preocupante: “Hoy, lo único que tiene a mano el Estado para sostener el sistema social es la emisión monetaria, más déficit, lo que es igual a inflación, y a un descalabro en la economía que nos va a llevar otra década por lo menos para sanear”, señala Jaroslasky, y habla del país del “Vamos Viendo”, donde impera “la necesidad de tener un rumbo y sostenerlo en el tiempo, ya que, si no, esta crisis se va a llevar varias  generaciones”.

Respecto de cómo abordar el desafío que se presenta, Satto cree que “no resistir a los cambios es lo primero”, y luego considera que “el principal desafío u obstáculo para aprender algo novedoso, inesperado, disrruptivo y emergente es no estar dispuesto a desaprender lo que creemos es nuestro capital”. En la misma línea, Amado entiende que “es preciso revalorizar el trabajo y el ahorro, ampliando la base y achicando las brechas, tanto entre los sueldos formales y los informales, como entre los formales y los políticos”, mientras Morchio insiste en que “hay que salir de la antinomia campo-industria y entender que la producción primaria de alimentos es una ventaja comparativa que tiene nuestro país y debe tener una continuación en la agroindustria”.

En este sentido, muchos coinciden en que la actividad agropecuaria es estratégica para lo que se viene. Por ejemplo, Morchio considera que, “como en cada crisis, una vez más debería considerarse al campo, por su producción de alimentos, como uno de los primeros sectores a recuperar”. Por su parte, Bel cree que “si bien hay muchos desafíos por delante, el sector agropecuario estuvo y está a la altura de las circunstancias”.

Más allá de estas coincidencias, Morchio considera que “hay sectores más afectados que otros, pero los problemas de los emprendedores son tan de base que la primera acción debería pasar por sacarles el pie de encima”. En igual sentido, Debali reconoce que “en Argentina nos debemos un gran debate sobre qué modelo de país queremos”, y que “hace muchos años falta un plan que marque el norte en todas las cuestiones y defina modelos sustentables en ese sentido”, a la vez que Amado entiende urgente “reforzar todo lo que sea educación y salud, discutiendo todo lo que haya que discutir”.

La visión de Armandola va más allá. “La práctica política debe abrir su mirada, comprender el sistema matriz sobre el que se desarrolla la actividad humana, y comprender que el diálogo con todos los actores es fundamental para encontrar el consenso en los usos de suelo”, sostiene, ya que, a su entender, “los políticos están sumergidos en el viejo paradigma, donde la planificación la hacía una sola persona, bajo una sola mirada, y el objetivo estaba puesto en la variable económica”. La dirigente concibe que una planificación sustentable debe ser interdisciplinaria, y debe contemplar las variables economía, ambiente y sociedad.

Por su parte, para Vitor, “la transformación de los modelos de desarrollo es una demanda de urgente atención para la recuperación de las economías”, a la vez que “se debe avanzar hacia una mayor y mejor integración productiva, comercial y tecnológica que se nutra con aportes de actores relacionados con la investigación e innovación tecnológica”. En este sentido, el legislador ve a las alianzas público-privadas como “una potente herramienta para potenciar el crecimiento y el empleo, acompañado de una administración eficiente del gasto público que permita mejorar el desempeño estatal, sin necesidad de incrementar sus fuentes de financiamiento con nuevos impuestos”.

“El nuevo paradigma de desarrollo implica pensar una economía más conectada, con mayor capacidad de resiliencia, sostenible con el medio ambiente y sobre todo, centrada en la persona humana”, redondea el diputado. 

“Fundamentalmente, deberíamos, de una vez por todas, dejar de oprimir al que desea progresar mediante su trabajo, y dejarlo ser lo que puede ser, para que seamos el país que debemos ser”, dice Morchio, mientras Amado agrega: “Hay que votar representantes que hagan lo que los votantes votaron: un mundo mejor para todos”.

En lo particular, la mayoría coincide en que, mientras tanto, cada uno, desde su rol público, institucional o empresario, debe adaptarse a la nueva realidad priorizando el movimiento por sobre los resultados. Debali cree necesario “ocupar lugares claves en la toma de decisiones, y acompañar a aquellos políticos que aún valen la pena y logran consensos”, mientras Berisso cree importante “generar negocios que generen movimiento, aunque los resultados no sean los esperados”, y agrega: “hay que dinamizar la economía hasta que vengan tiempos mejores”.

Más allá de los conceptos, todos intuyen que lo que adaptar los modelos va a ser muy duro, y Debali lo sintetiza de forma gráfica: “Cuando tu casa se está prendiendo fuego, no te fijas en que los bomberos no rompan la puerta de entrada”. Todo hace parecer que el incendio es inminente, y que quienes se animaron a abordar el tema están preparados para sofocado. La duda está en el sector público, que tiene las herramientas para aliviar el proceso pero no parece interesarle.

Las respuestas que faltaron

Los que no respondieron se dividen en dos grupos: los que, directamente, ignoraron el mensaje y la convocatoria dos veces, demostrando su grado de respeto por quien consideró importante su opinión, y los que respondieron con simpáticas excusas. La falta de tiempo para responder una pregunta fue la excusa más usada, pero también hubo aquellos que no la comprendieron, otros que les daba “fiaca” responderla, y alguna funcionaria que se burló de la pregunta. Entre todos los consultados se destacan cinco candidatos, tres concejales, y seis funcionarios, de uno y otro color político.

De una u otra manera, resulta difícil concebir esta ausencia de respuesta como una casualidad, sino que lleva a sospechar que responde a algún tipo de desinterés en el tema, o desprecio por el futuro que enfrentamos como sociedad, o bien a la ignorancia sobre la trascendencia del momento que enfrentamos.

Norman Robson para Gualeguay21

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