26 abril, 2025 5:31 am
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Como transformar habitantes en ciudadanos

El espíritu es la sustancia, el potencial humano inherente a cada individuo. La espiritualidad cívica es el estado de maduración alcanzado por una sociedad que logra vivir como verdadera comunidad y despliega, a través de determinados valores, un proyecto de Nación.

La democracia representativa, republicana y federal es la materia –insuflada del espíritu cívico; que le da vida, cuerpo y ánima– sobre la que se construye el alma de una Nación. Espíritu cívico es, en consecuencia, esa energía potencial del individuo que nace en un país como simple habitante y se hace ciudadano, ejerciendo –poniendo en práctica con vocación y devoción espiritual– los ideales y los valores comunes de la sociedad proyectada y soñada por todos.

 

 

 

Espíritu cívico es lo que necesitamos, en la Argentina, para transformar a los habitantes de nuestro territorio en ciudadanos del País, con el objetivo de recrear la utopía de una Nación que aún está por construirse. Dicho espíritu es plural, multidimensional, rico en las diferencias que se integran en un mosaico multicolor en el que se consolida –en una unidad hecha de diversidad– la gran riqueza material, intelectual y moral con la que cuenta el pueblo argentino.

La Argentina del porvenir es la que está siempre por-venir, como un proyecto de aquella promesa que los padres de la patria y los abuelos inmigrantes nos legaron para que nosotros convirtiéramos sus sueños en realidad.

El solo hecho de habitar el territorio argentino nos confiere la suma de los derechos legales que otorga la Constitución Nacional. Derechos que con gusto tomamos, pero que, en el ejercicio de la espiritualidad cívica, también implican cumplimiento de normas y obligaciones que muchas veces los argentinos no respetamos. Sobre las garantías de la Constitución es que se convoca y se propone una consolidación del espíritu cívico de los argentinos para que, mediante la participación de todos los ciudadanos, podamos afianzar la democracia, las instituciones republicanas y, al mismo tiempo, construir la Nación que aún nos debemos.

A ese espíritu cívico es al que necesitamos apelar cuando, por lo general, caemos en el olvido y despreciamos nuestra historia, nuestros símbolos, nuestros próceres; y prevalece, sobre todas las cosas, nuestra baja identificación con la argentinidad. Aquello que el espíritu cívico busca desplegar en nosotros no es otra cosa que el orgullo, el entusiasmo, la inspiración y la alegría de ser argentinos.

Rabino Sergio Bergman

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