19 septiembre, 2024 7:18 pm
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Crónica de la impotencia


En la noche de ayer, un grupo de gurises de aproximadamente 14 años de edad fue nuevamente detenido por intentar ingresar a una escuela, siendo este su quinto ingreso en poco tiempo.

Una cámara en Musimundo, un hombre en bicicleta, gurises que salían de Bancario, el cobro de peaje y ahora una escuela, son los hechos que marcan la escalada de delitos de estos gurises.
Poco más de media docena entre varones y mujeres, liderados por una gurisa, todos entre los 13 y los 14 años de edad, vecinos del cuarto cuartel, a los que, en los últimos dos hechos, se le sumaron mayores de edad ya conocidos por la policía local.
Padres separados o madres solteras, todos trabajadores pero hoy desbordados e impotentes, es el común denominador en la historia de estos gurises que hoy se los ve a la deriva sin ningún tipo de contención.
Son gurises que en este tiempo no han podido ser contenidos ni por sus familias, ni por las instituciones previstas para estos casos, sea por impotencia o por indiferencia.
Son gurises que son la materia prima ideal, por su carácter de menores, para delincuentes mayores para llevar adelante el reparto de drogas o para el robo.
Son gurises en extremo riesgo que, de no mediar alguna acción radical y urgente, terminarán siguiendo los pasos de otras reconocidas víctimas hoy ya mayores.
Lamentablemente, en su ignorancia sobre las características del nuevo escenario, la sociedad cae en la trampa de culpar a los padres por esta problemática y espera que la solución venga de ellos.
Si bien se puede discutir a quien echarle la culpa, hoy es tiempo de soluciones urgentes, y, definitivamente, estas no están en las manos de las familias.
Desde que comenzó el accionar de estos gurises, quedó desnuda la angustiante impotencia de sus padres, mientras que la respuesta del Estado no llega en tiempo y forma.
Droga, sida y delincuencia amenazan hoy, en estos momentos, ya, a estos gurises, y ninguno de estos flagelos regala tiempo ni otorga segundas oportunidades.
Es una carrera contra reloj, entre quienes somos conscientes del tema y la delincuencia como institución, donde las estadísticas están a favor del crimen, y las fichas también.
Por eso, las circunstancias mandan dejar todo en manos del tiempo, quien será juez y verdugo, aunque, luego, desde lo irreversible, no habrá espacio para lamentos.
¿… y si sale mal?
Solo más números a las estadísticas.
Norman Robson para Gualeguay21

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