De habitantes espectadores a Ciudadanos protagonistas
La única forma de que el habitante se ciudadanice es apelar a su conciencia. La conciencia es la capacidad de cada ser humano de conectar la realidad de los que sucede fuera de él con su reflexión respecto de ella. Una persona es consciente porque reflexiona acerca de lo que hace: si sólo fuéramos un animal sofisticado, obraríamos sólo por instinto y reacción.
Cabe preguntarse, entonces: ¿los ciudadanos argentinos reflexionamos?
En medio de una sociedad local y una tendencia global occidental a la inmediatez, a la compulsión y a la quietud espiritual, la capacidad reflexiva –es decir, la capacidad espiritual o de conciencia– de cada individuo se ve postergada, adormecida, o hasta anulada, en pos de una sociedad repetitiva y anestesiada. Prima la desintegración, el alineamiento en la irreflexión, entre la causa y el efecto o reacción que ésta provoca.
La cultura actual quiere preservar lo instituido y constituido formalmente. Por lo tanto, la nueva actitud cívica de la comunidad ciudadana deberá revisar, como mecánica constante y continua, la cultura para restablecer en busca del bien común los principios activos que la constituyen y la instituyen como tal. Esto asegurará una mejor y más rica calidad de vida ciudadana desde el presente hacia el futuro. A veces es usual confundir la evolución con la sofisticación. Indudablemente, contamos con mayor cantidad de recursos para “hacer” mejor las cosas, es decir, somos sofisticados, pero no sabemos cómo usarlos para obtener mejores resultados; en esto no se percibe, por cierto, evolución.
Apelo, entonces, a los habitantes del suelo argentino, para que integrados en su pertenencia a una misma sociedad y país, asuman su conciencia ciudadana. Hoy en día, se advierte una anestesia de ciudadanía, una dimensión de letargo, una idea de que cada uno de nosotros está adormecido en su conciencia ciudadana, y lo necesario es ¡despertarla!
Pero, “despertarla” no significa “reclutarla” para el partido con fines de clientelismo electoral. Es necesario, primero, realizar un trabajo de formación cívica y ciudadana en los valores que cada una de las leyes de la Constitución Nacional representa, más allá de la “forma” visible y literal. Es indispensable que los argentinos, sobre todo los que estamos en situación y posición real de hacerlo, demos un paso adelante respecto de nuestra responsabilidad de involucrarnos en el curso de nuestra Nación.
En reconocimiento y bendición,
Rabino Sergio Bergman