Disciplina
Significa mantener, de manera sostenida en el tiempo, un principio, una acción o una disposición, por la cual uno es firme (no inflexible, dado que la firmeza no significa ir siempre por el mismo camino) en seguir adelante a pesar de lo que sucede. Es un acto de voluntad y de disposición interior de permanecer fiel a la propia convicción.
También implica ser uno mismo en aquello que se hace.
La responsabilidad, la firmeza, la autenticidad, la constancia, el orden, el trabajo, la creatividad, la inteligencia y la coherencia son valores que se encarnan en la virtud de la disciplina.
Vivir en el ejercicio de la disciplina equivale a mantener compromisos, sostener la palabra y afianzar los valores. Disciplina también es la fortaleza para sobrellevar la frustración, al mismo tiempo que refleja la convicción, alimentada por la paciencia, de que nada se logra inmediatamente sino que es posible solo a partir de la constancia.
En esa virtud se pone la capacidad de la espera, que incluye el trabajo por lo que se espera. Alude una idea progresiva de avance hacia algún lugar, por lo que cuando se detiene la marcha es para ver cómo se continuará avanzando, y no para retornar. La disciplina no asegura el logro, pero lo hace posible, pues por ella las personas permanecen en foco con un ideal.
Fragmento del libro Manifiesto cívico argentino. Virtudes ciudadanas.
Rabino Sergio Bergman