Domingo de Ramos. Llorar de alegría
El martes pasado, día de San José, el Papa Francisco dio inicio a su Pontificado con la misa en la Plaza San Pedro. Durante varios días los medios de comunicación nos hicieron testigos de momentos hermosos, gestos elocuentes, palabras profundas, que nos llegan al corazón.
El Papa eligió que estuvieran cerca, como de su familia, a un cartonero, un maestro, un sacerdote, una religiosa… “gente común”. Me hizo acordar al momento en el cual Jesús pregunta “¿quiénes son mi madre y mis hermanos?, y mirando a la multitud dice “el que escucha la Palabra de Dios y la practica es mi madre, y mis hermanos”. (Mt 12, 48-49)
Nosotros también somos su familia, la de los hijos de Dios. El mismo Francisco nos decía “lo importante no es el sucesor del Apóstol San Pedro; lo importante es Jesús”.
Las noticias que nos llegan de diversas partes del mundo nos muestran un renacer espiritual y la alegría de la fe. ¡Cuántos hemos llorado de felicidad y emoción! Estamos renovando la esperanza. Nos sentimos con ganas de soñar con un mundo nuevo y sabemos que no son sueños vanos. Jesús nos ha dicho: “hago nuevas todas las cosas”. (Ap. 21, 5)
Reconocemos nuestro deseo de absoluto. Queremos santidad. No nos conformamos con menos.
El Papa ha recibido personalidades de todo el Planeta. También se ha entrevistado con Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en el año 1980. En rueda de prensa en la ciudad de Roma, Pérez Esquivel se refirió a lo que conversaron: trabajar para reducir los índices de pobreza en el mundo apareció como prioridad. Le explicó que por ese motivo eligió su nombre, Francisco, “como guía de su papado”.
Hoy se cumple un nuevo aniversario del golpe militar de 1976 que dio lugar al terrorismo de Estado que en nombre de la sociedad secuestró, mató, torturó, robó niños; también realizó negocios fraudulentos y benefició económicamente algunos bolsillos. Recemos por quienes vieron atropellada y pisoteada su dignidad; pidamos que se promuevan y garanticen los derechos humanos.
También un 24 de marzo, pero de 1980, fue martirizado Mons. Romero en El Salvador. Su ejemplo de compromiso con los pobres, la paz y la justicia sean aliento para unir la fe y la vida.
Hoy comenzamos la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos.
Jesús entra en Jerusalén para entregar su vida y es aclamado como Rey. La alegría que nos relata el Evangelio es expresión de la esperanza del Pueblo. Aclamemos a Cristo como Salvador. Dejemos que su presencia sea entusiasmo evangelizador que nos haga llorar de alegría.
En los próximos días vamos a renovar la fe celebrando los momentos culminantes del Amor de Dios por nosotros. Prestá atención a los gestos y las palabras, las canciones… Todo está preparado para que hagamos nuevo nuestro corazón. Nacer de nuevo es posible. Animate.
¡Cómo nos quiere Dios!
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social