El inodoro y el bidet
La palabra mágica repetida por los medios gráficos, radiales, televisivos y digitales en el día de ayer fue “Licencia Social”, una suerte de aprobación implícita en la actitud de una comunidad que permite, o no, la injerencia de un negocio en los destinos de sus individuos y su territorio.
Así como la Responsabilidad Social pretende que los negocios se encuadren dentro de un marco de respeto por la comunidad, o que le devuelvan en efectivo lo que le quitan en términos de futuro, la Licencia Social se convierte en indispensable a la hora de emprender un negocio, obligando, muchas veces, a recurrir a la seducción propagandística o a la mera inducción rayana con la coacción.
Estos nuevos conceptos, filosofías si se quiere, toman un importante protagonismo a la hora de los discursos públicos y privados cuando los negocios avanzan sobre los territorios.
Negocios embanderados en la responsabilidad social que demandan la licencia social de la comunidad antes de avasallar su futuro.
Responsabilidad Social. O sea, actitud responsable para con la sociedad. Que cuida los intereses de la sociedad.
Licencia Social. O sea, que la sociedad le da licencia. Permitido por la sociedad.
Todo esto suena en extremo considerado para con los intereses populares pero algo no cierra.
Lo que no cierra es la realidad nuestra de cada día.
Si en un sistema democrático el pueblo elije a quien debe gobernar su territorio, se entiende que el pueblo le está dando una amplia licencia social a ese gobierno para que gerencie sus intereses con extrema responsabilidad social.
Por lo tanto, no se entiende la necesidad de que un negocio demande una licencia social si ya recibió todas las habilitaciones por parte del gobierno porque le demostró ser socialmente responsable.
Salvo, claro, que el gobierno deje de lado su compromiso democrático de gerenciar los intereses del pueblo y opte por atender otros intereses.
Efectivamente, la realidad demuestra que, en la mayoría de los casos, tanto la Responsabilidad Social como la Licencia Social, son, en lugar de consideraciones, meros instrumentos utilizados para acceder a objetivos particulares o sectoriales, en el mejor de los casos.
Si bien la Responsabilidad Social surge para contrarrestar el impacto socio ambiental de las empresas, y la licencia social surge de la resistencia a la minería, estos conceptos son aplicables a toda la realidad de la relación entre una sociedad, sus gobiernos y los negocios.
Y quien debe velar por la responsabilidad social de los negocios y debe otorgarles su justa y debida licencia social es el gobierno elegido democráticamente.
Por eso pregunto…
¿Donde están la licencia social y la responsabilidad social en el negocio del juego?
¿Donde están la licencia social y la responsabilidad social en el negocio del servicio financiero?
¿Donde están la licencia social y la responsabilidad social en el negocio del petróleo?
¿Donde están la licencia social y la responsabilidad social en los negocios que, por derecha o por izquierda, participan los distintos gobiernos, sean estos nacionales, provinciales o municipales?
¿Estarán ocultas debajo de las banderas de la tan bastardeada justicia social?
En definitiva, la licencia social y la responsabilidad social, sacros conceptos acunados en beneficio y defensa de los individuos y su territorio, a la hora de los negocios terminan siendo el inodoro y el bidet de la política de estado del gobierno, sea este nacional, provincial o comunal.
Norman Robson para Gualeguay21