El insólito drama de la Vizcacha, una propiedad sin salida
Según el artículo 3068 del código civil argentino, los propietarios de un terreno que se halla encerrado por otros sin salida a la vía pública, deben contar con una “servidumbre de tránsito” otorgada por algún vecino. Esta servidumbre es “forzosa” porque el vecino no puede negarse, y si lo hiciera puede ser condenado a ello por medio de una sentencia. A pesar de ésto, una mujer de 91 años hace 3 décadas que no puede acceder a su propiedad, pues el campo vecino se loteó y los nuevos dueños nunca más la dejaron pasar. Ante su fragilidad, su hija inició un vía crucis para lograr que sus derechos le sean reconocidos, pero, fiel a su costumbre, la Justicia de Gualeguay las ignora.
Alicia Raquel Reynoso de Popp está grande para tener que tolerar estas cosas, pero eso poco le importó alguna vez a los distintos jueces de Gualeguay que tuvieron su caso en sus manos. Hoy, la salud de esta mujer está complicada, y su hija, Sandra Popp, tomó la posta para lograr justicia. “La justicia no está velando por nuestros derechos, por nuestro derecho a la propiedad, a ingresar al inmueble que necesito explotar y de esa manera brindar un bienestar o una calidad de vida diferente a mi mamá y mi hijo, que es autista asperger”, le contó al diario El Debate Pregón.
El campito tiene 27 hectáreas y queda en el Segundo Distrito del departamento Gualeguay, pero hace 30 años que no pueden acceder al mismo porque los campos lindantes fueron loteados y no las dejan hacer uso de la servidumbre, aunque en todos los documentos figura claramente la servidumbre de paso. La calle está y está delimitada, pero las tranqueras están cerradas con sendos candados.
El Dr. Emiliano Herrera, del estudio Herrera & Flamenco, advierte que el fundamento de la servidumbre de paso forzosa se halla en razones de interés público y de solidaridad social, que exigen que los propietarios de propiedades que se comunican con la vía pública concedan el derecho de paso que haga habitable y explotable a aquella que, de otro modo, quedarían improductivas o en inferioridad de condiciones. En base a ésto, y a las implicancias del caso, la Justicia Civil de Gualeguay debería haber resuelto este problema de inmediato. Claro está que de ninguna manera pueden pasar 30 años eludiendo hacer justicia.
Vale señalar que supo haber un camino por el sur, con un puente sobre el Arroyo Arrecife, mal hecho por Vialidad, que se desmoronó, y desde aquellos tiempos0 está intransitable.
Tal es la impiadosa indiferencia de la Justicia gualeya que, insólitamente, éstas mujeres ya transitaron con su desesperado reclamo por muchos juzgados en lo civil, lo laboral y lo familiar, de Gualeguay y de Gualeguaychú, y ya han contratado cuatro abogados, el último es el Dr. Francisco Cosso. Primero fue el juzgado civil y comercial local, el cual sentenció favorable a las mujeres, pero la Cámara de Gualeguaychú lo rechazó. Al volver, pasó por otros juzgados y todos se excusaron, hasta que cayó en el juzgado laboral, luego por otro y, finalmente, en el juzgado de familia. Todo esto solo en menos de medio año.
Mientras tanto, la otra parte pudo consolidar su insólita injusticia, no solo durante 30 años, sino que también en la actualidad, ya que todos los intentos de resolver la situación se han frustrado, cuando no dilatan todo con tecnicismos y certificados médicos, lo logran de alguna otra manera, a la vez que los pocos intentos de acceder a los dueños fueron infructuosos, al límite de que quienes quisieron notificarlos fueron corridos con armas y perros. Mientras tanto, el campito es explotado por los propios vecinos, cuyos animales, “sin querer”, saltan el alambrado.
Hoy, la situación de estas mujeres abusadas por la Justicia en sus derechos ya es dramáticamente apremiante: sin salud una de ellas, sin dinero las dos, y sin perspectiva alguna de solución por parte de la Justicia. En su desesperada impotencia, la hija ha pensado encadenarse a Tribunales, una decisión que resulta lógica al tener que enfrentar a su madre sufriendo así en los últimos momentos de su vida. Otra persona podría tomar decisiones más extremas, pero nada de ello alterará la indiferente indolencia de la Justicia gualeya.
Norman Robson para Gualeguay21