El lado oscuro de la Justicia de Gualeguay: Capítulo VI – Los móviles
A esta altura, ya es irrefutable que la Justicia de Gualeguay no ha tenido en cuenta la verdad en un sinnúmero de casos, ni ha respetado los derechos de un sinnúmero de acusados, ni ha procedido siempre tratando a todos por igual, sino que ha traicionado su compromiso repetidas veces. De ese modo, en muchas oportunidades, la injusticia ha quedado al desnudo frente a la sociedad. Ahora bien, como en las películas policiales, hace falta una razón por la cual se produjeron todos los errores detectados, o bien un móvil que haya motivado a los actores a desviarse de su fin sagrado.
En primer término, vale reconocer que resulta muy difícil creer que profesionales de la talla de los fiscales y jueces locales sean incapaces, menos cuando muchos han concursado sus cargos. Mucho menos cuando algunos de ellos son reconocidos en la Provincia por sus acabados conocimientos de la ley. Al mismo tiempo, en honor a su responsabilidad, se debe suponer que, ante un caso de incapacidad de impartir justicia, no durarían en hacerse a un lado sin dudar.
Del mismo modo, resulta difícil creer, también, que, con el buen pasar que le garantizan sus onerosos salarios, libres de impuestos, tan probos agentes de justicia escatimarían esfuerzo laboral o dedicación a la justa resolución de las causas en las que les toca actuar.
“Haya sido sin querer, o haya sido queriendo, las vidas arruinadas merecen una reparación”
Ahora bien, a pesar de la calidad de sus funcionarios, y de lo que nos cuestan, existe en la Justicia de Gualeguay una indiscutible frecuencia compulsiva de desaciertos, la cual es responsabilidad de estos agentes, los cuales, al descartarse el error humano, pueden obedecer a un origen intencional o no, pero de inevitable impacto dañino en las personas. En el caso de no ser intencionales, se trataría de causas originadas en la irresponsabilidad, o en la incompetencia, o en la desidia, de los agentes actuantes, la cual debería ser subsanada de forma inmediata.
Por otro lado, de no tratarse de algo involuntario, estaríamos frente a una intención que obedecería a motivos por cierto ajenos a la responsabilidad y competencia de los actores, y supondría la existencia de una lisa y llana corrupción.
“Un error, cuando es intencional, deja de ser tal para ser corrupción”
Siendo que el único interés institucional que debe movilizar a la Justicia es la búsqueda de la verdad y el respeto por los derechos, cualquier otro interés que la aparte de ese marco de derecho significa una manipulación intencional del rol institucional de la Justicia en beneficio del interés particular de sus agentes.
De este modo, se trataría, por un lado, de motivos relacionados con su irresponsabilidad, o la falta de compromiso con su rol, como, por ejemplo, intereses vinculados a su comodidad, o a su miedo al escrache social, y, por el otro, podría tratarse de motivos vinculados con su moral, supeditando sus acciones a intereses políticos o económicos.
Ejemplos
Por ejemplo, no quedan dudas de que fue la irresponsabilidad de la fiscalía la que mantiene impune el sonado robo a la escribanía Lacorazza. Después de la faraónica tarea policial de capturar a todos los autores del millonario robo, la Fiscalía dejó que los tiempos se vencieran y los delincuentes quedaron libres. De igual modo, fue irresponsabilidad de la Fiscalía de Tortul que nadie tuviera ganas de atender la denuncia de un acoso sexual a una niña de 12 años por parte de Sebastián Wagner días antes de que atacara a Micaela García. Si así lo hubieran hecho, la joven aún estaría viva.
Por otro lado, resulta dificil creer que el armado de la causa por el jugoso fideicomiso de Paso de Alonso, el cual, “de paso”, derivó en la remoción del Escribano Mayor de su cargo, no haya respondido a intereses políticos y económicos particulares.
También es difícil creer que la desaparición de Omar Benvenuto y el asesinato de Jorge Trezza, ambas causas nunca investigadas por la fiscalía, nada tuvieran que ver con sus riquezas, al igual que el accidente de los De Benedictis o el caso de los Veronessi y el frigorífico de caballos.
También cuesta creer que el tratamiento beneficioso dado a las causas por corrupción contra Luis Erro y Paola Rubattino, o aquellas de género contra Matías Perrier y Caballero, nada tengan que ver con intereses políticos.
Con estos ejemplos es inevitable que un manto de sospecha cubra los procesos de la Justicia de Gualeguay, ya que, sin lugar a dudas, los antecedentes de su desempeño, con una clara indiferencia hacia la verdad y desprecio por sus procesados, despiertan dudas en cuanto a la responsabilidad y moralidad de sus agentes.
Si bien éstas sospechas no pueden ser probadas en ningún sentido, sí pueden componer un indicio los innumerables casos irregulares que terminaron en injusticia, en especial en casos con suculentos intereses y rivalidades políticas, y con manifestaciones y escraches en juego, aunque existen algunos en los que sólo habría sido simple y llana haraganería y desidia.
Lo que sigue
VII – Otras justicias
VIII – Los costos
IX – Los casos
X – Conclusiones
Norman Robson para Gualeguay21