El lado oscuro de la Justicia de Gualeguay: Capítulo VII – Otras justicias
Pero no toda la injusticia que impera en Gualeguay es exclusividad de la Justicia Penal. Las otras justicias no tienen mucho que envidiarle. Ni la civil, ni la laboral, ni, mucho menos, la familiar, con sus responsabilidades en la infancia. Si bien estas otras justicias merecen un abordaje particular, un repaso de reojo permite advertir que no se quedan muy atrás en lo que a injusticia se refiere, y que los agentes de esas justicias no son tan diferentes. Si bien los procesos son distintos, la misión de éstas es resolver conflictos e impartir justicia.
“En todas las justicias hay injusticias, pues en ellas los victimarios no son siempre culpables, ni son siempre inocentes las víctimas”
En éstas reparticiones judiciales abundan, más que nada, las demandas entre partes, sea por causas civiles, comerciales, familiares, o laborales, y, por esa razón, siempre hay intereses en puja. Si bien las injusticias en estos fueros parecieran no afectar la vida de los acusados, en la realidad se puede apreciar el desastre que pueden causar.
Desde una regulación de honorarios con orden de embargo, hasta una demanda de filiación, pasando por algún conflicto entre vecinos, o disputa societaria, o sucesión de bienes, o demanda de daños, pasan por el juez civil, quien con una sentencia equivocada puede arruinarle la vida a cualquiera. Por su parte, el juzgado laboral, si bien las leyes favorecen a los trabajadores, nunca falta alguna sentencia que arruine, y saque del mercado, a la pyme de un laburante inocente.
En este marco, el caso de Juan Cruz, quien lleva más de 20 años reclamando su filiación, expone la indiferencia de la Justicia según quien es el inocente y quien es el culpable. Hoy, este joven tiene 25 años y aún la Justicia tiene cautiva su identidad.
Por otro lado, si bien en el cierre final de la causa penal que dio lugar a desarmar el fideicomiso creado por Ascar en el 2007, se instruyó la restauración de ese acto jurídico por legítimo, el mismo sigue cajoneado en la Justicia local mientras que quienes fueron ideólogos de la operación siguen usufructuando los bienes.
En 2015, una joven realizó una denuncia contra el Juzgado de Familia porque una mujer, su madre, que estaba sufriendo violencia física, psicológica y económica por parte de su expareja, realizó allí su denuncia y ésta fue ignorada y desmerecida.
Otro ejemplo es el caso de la muerte causada en un accidente vial por uno de los hermanos De Benedictis en 2018. Este hecho abrió dos instancias, una penal y otra civil. Si bien la primera instancia se dilató en su proceso, todo sirvió para que, en la segunda, la familia obtenga un interesante acuerdo civil y que el piloto evite la prisión.
En plena pandemia, cuando era especialmente sensible el control de los jóvenes, un local gastronómico llamado Club Maipú se cansó de violar las normas, hasta que, finalmente, la Municipalidad se puso firme y lo clausuró. Frente a esta situación, la Justicia dictó una medida cautelar suspensiva que le permitió reabrir el local y seguir violando las normas.
En cuanto a conflictos entre vecinos, Omar Massa, dueño de El Destino, fue condenado este año a pagar una fortuna por un incendio que no se inició en su campo. La denuncia se hizo más de un año después y las “pruebas” aportadas por los querellantes demostraron su culpabilidad.
Derechos del niño
En este contexto, lo actuado por el Juzgado de Familia en el caso Casualde no sorprende. Como siempre, pueden existir un sinnúmero de razones jurídicas por las cuales el Juez no actuó, pero ninguna justifica el abandono de los niños a su suerte, pues eso significa la vulneración de sus derechos. En cuestiones relativas a la niñez, ya no hay espacio para excusas. El Magistrado debería haber hecho algo.
En este punto en particular cabe recordar que la Convención sobre los Derechos del Niño ratificada por la Asamblea General de la ONU en 1989, y en vigor desde 1990, rige en el mundo civilizado para garantizar la promoción y protección de los derechos de los niños.
Tal es así que, en su artículo 3, se establece que cada Estado firmante se conpromete a que el interés del niño será primordial en cualquier abordaje público o privado; a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar; y a asegurarse de que las instituciones, servicios y establecimientos a cargo de los niños cumplan las normas establecidas por las autoridades competentes.
De este modo, en la Argentina la promoción y protección de los derechos de los niños está totalmente garantizada y es prioritaria para cualquier agente de justicia. Pero, a pesar de todo esto, en la Justicia de Gualeguay parece no importar nada de todo esto.
Tal es la indiferencia hacia la minoridad y sus derechos que en 2013, en aquella sonada causa contra el fideicomiso de Alfredo Ascar, que tiene como beneficiarios a sus sobrinos, los tres menores, el Tribunal local, al dictar sentencia, avasalló los derechos de éstos pues nunca dio participación al Ministerio Pupilar para que se defiendan.
Desde entonces para acá, esta indiferencia hacia los niños ha sido una regla constante. En 2014, Alexis Demarchi, fue uno de los matadores del joven Agustín Pereyra. Por entonces, el caso de Demarchi era archiconocido en todos los ámbitos policiales, judiciales y del controvertido Copnaf, desde hacía una década. Por entonces, todos coincidían en que ese niño iba a terminar en tragedia, y, a poco de cumplir los 18, no sorprendió a nadie con su crimen.
Por entonces, otro niño, pero del barrio 25 de mayo, sufría los efectos de la droga. Si bien no era violento en ningún aspecto, la adicción lo perdía por días. Tal era grado de su problema que nadie de la familia podía hacer nada. Incluso fue víctima de apremios policiales que fueron castigados. Finalmente, luego de años de luchar por su situación, la familia logró internarlo.
Desde aquella época hasta ésta, la situación se ha agravado, y los niños en esta situación son demasiados, y la indiferencia de la Justicia sigue siendo la misma.
Los expedientes de los homicidios de Federico Zárate, Micaela Presentado, Aaron Dellantonia, Leonel Vega, Julio Sifón, Jesús Fernández, Horacio Moyano y Edgardo Valbuza demuestran la creciente participación infantojuvenil. Al mismo tiempo, en todos los casos, los involucrados tenían el mismo perfil de abandono, drogadicción y ausencia del Estado, y, todos eran bien conocidos por las autoridades de la Justicia y del Copnaf.
En la actualidad, hay identificados, por lo menos, una docena de estos casos, muchos expuestos por Gualeguay21 reiteradas veces. El último artículo sobre el tema habla de Juancito, un menor de 14 años que camina por la cornisa, y del que todos esperan un trágico final ante la indiferencia de las instituciones.
Conclusión
Sin profundizar mucho en el desempeño de estas otras justicias, todo indicaría que no son distintas, y que la filosofía que impera a la hora de imponer justicia es la misma que en el fuero penal.
Lo que sigue
VIII – Los costos
IX – Los casos
X – Conclusiones
Norman Robson para Gualeguay21