El Matadero Municipal deja hoy de faenar y el futuro es incierto

En el día de hoy, el actual concesionario celebra su última faena en el matadero municipal, y el abasto de carne vacuna de la ciudad pierde a su principal proveedor, ya que allí se faenaba la mayor parte de la hacienda destinada al consumo interno de Gualeguay. Si bien esto se sabía desde hace meses, la definición hace un par de semanas no deja tiempo suficiente para que los minoristas puedan replantear sus negocios, ni para que la Municipalidad, titular de esa planta industrial, consiga otro concesionario. Esta negligencia impacta seriamente en la economía local, mientras que el único en beneficiarse sería el propio municipio con mayor recaudación. Detalles.
En la actualidad, o hasta hoy, el abasto de carnes a Gualeguay era manejado por gran parte de la faena del matadero municipal en manos de GuayMeat, y complementado con el ingreso de media docena de abastecedores con carne faenada en otras plazas, mayoritariamente de Buenos Aires. De la matanza local a nombre de la propia empresa, parte iba hacia otros mercados y algo a unas carnicerías propias, mientras que aquella a nombre de una veintena de matriculados locales era para abastecer una considerable cantidad de carnicerías propias y ajenas. Al cesar toda esta operación, el mercado queda en crisis.
Cabe señalar que, en diciembre pasado, ya la empresa había advertido sobre esta situación, y desde el Sindicato de la Carne intentaron reunirse con la Municipalidad para buscar una solución, pero fue en vano. Hoy, el reemplazo del operador en un negocio de estas dimensiones no es fácil y significa tiempo, complejidad y una gran inversión, a la vez que, por la sensibilidad propia de la operación, se descarta que pueda ser reemplazado por cualquiera, menos un amigo político, y mucho menos el propio Estado municipal, salidas usuales de los gobiernos en estas situaciones.
Para comprender el problema hay que saber que, a partir del cierre del matadero, gran parte de la demanda de carnes deberá buscar otra forma de proveerse, sea de aquellos que entran con carnes, o sea faenando fuera de la ciudad, con los costos y problemas que uno y otro traen: Encarecimientos por flete, mayores impuestos municipales, pérdida de sanidad, y problemas de abastecimiento, entre otros.
Respecto del abasto de parte de matarifes con carne faenada afuera, ésta opción significará un aumento de los costos directos, por el solo exagerado crecimiento de la demanda, la cual no podrá ser abastecida en su totalidad por quienes ingresan actualmente, y llevará un tiempo que se sumen otros. De una u otra manera, la Municipalidad verá multiplicarse su recaudación por el ingreso de carne en gancho.
Por ejemplo, y en números redondos, un matarife pagaba 5 mil pesos a la Afip por cada media res que salía de su faena, y ahora pagará 15 mil a la Municipalidad por cada media que baje de las que entran de afuera.
Por otro lado, si se recurre a faenar afuera, el más cercano sería el matadero de General Galarza, lo cual afectaría senciblemente la calidad de la carne, ya que éste no cuenta con un servicio de frío adecuado. De optar por ésta alternativa, los abastecedores deberían resolver el problema del flete refrigerado, servicios que no abundan y son altamente costosos, a la vez que también deberán pagar la tasa municipal por entrar con carne de afuera.
Como se puede apreciar, cualquiera de las opciones tiene sus bemoles operativos en cuanto a instrumentación, y, a la vez, ambas encarecen sensiblemente el costo que hasta hoy tenía la carne.
Pero los problemas por el cierre del matadero municipal no se circunscriben solo a cuestiones comerciales del mercado, sino que también significan la desocupación de 50 trabajadores, con lo que eso significa en estos tiempos. De ese modo, el fantasma del frigorífico de caballos, junto a otros tantos fantasmas del pasado gualeyo, se despiertan y comienzan a preocupar a la ciudadanía.
Si bien la Municipalidad debería haber actuado con tiempo ante la situación ya conocida en diciembre, a la vez que debería estar preparada con alternativas a la contingencia, en este contexto actual solo debe buscar un operador digno y confiable que continúe con el servicio, con los menores costos posibles para los gualeyos. Lamentablemente, ya es tarde para soluciones convenientes, y se terminará resolviendo como se pueda.
A esta altura, solo queda rezar para que la solución que elija el gobierno municipal sea la mejor para Gualeguay, y no para unos gobernantes ocasionales o para algún amigo de éstos, aunque quien tome la decisión nunca haga saber cual fue, ni mucho menos porqué.
Norman Robson para Gualeguay21