El paradigma del perro del hortelano
La política turística aplicada desde los inicios de la gestión actual ha recreado la mítica leyenda urbana del perro del hortelano, aquel que se hizo famoso por no comer ni dejar comer, o por no hacer ni dejar hacer.
Si bien una rápida mirada al pasado inmediato de la gestión turística local tal vez nos recuerde las turbias implicancias en el affaire del carnaval 2008 junto al binomio Patiño Suárez o la llamativa dirección de la construcción de un muelle en Puerto Ruiz, la idea de este artículo es concentrarse en una revisión específica concentrada en los resultados de la misma.
Una gestión de casi 4 años que se caracterizó por sus carencias y ausencias, y por sus pocas y desafortunadas acciones que siempre se diluyeron en excusas mediáticas.
En lo que se refiere a carencias y ausencias, es un hecho que la gestión turística de este gobierno no fue capaz de darle a la ciudad el crecimiento en calidad y la convocatoria turística que tuvieron todas sus vecinas de la provincia.
Y también es un hecho que esta fue una gestión absolutamente ausente en coordinación de actividades, en calificación de prestaciones turísticas, en planificación estratégica y en concientización.
Tal es así que esta gestión abandonó y nunca logró recuperar el balneario, no logró construir un mísero baño en la Costanera, se opuso compulsivamente a la gestión de las termas por parte de la Corporación, se olvidó del autódromo, nunca fue capaz de organizar un evento convocante, y nunca fue capaz de potenciar Puerto Ruiz, solo por mencionar algunas falencias.
En sus casi 4 años de gestión turística nunca pudo sentarse con el Secretario de Turismo provincial y diagramar políticas para la ciudad.
En definitiva, la gestión tuvo una impronta que se caracterizó por una constante incapacidad de gestión que siempre se pretendió ocultar a través de la victimización mediática y responsabilizando a una sociedad injusta de todos sus fracasos.
Esta práctica le permitió a la gestión turística, reiteradas veces, pasar largos períodos sin hacer nada escudándose en las injustas trabas de algún fantasma opositor o algún dirigente perverso y maléfico.
Pero esta gestión turística no solo ha concentrado sus energías en no hacer nada, sino que parte de las mismas las ha puesto en impedir que cualquier otro pudiera hacer algo por el turismo gualeyo.
O sea que, no conforme con hacer nada por la actividad turística local, la gestión se ha esforzado, también, en socavar cualquier intento de terceros por promover la actividad.
Así es que, desde los orígenes de la Cámara de Turismo, la gestión municipal actual no ha demostrado interés alguno en impulsar la actividad turística en nuestro territorio, mientras si ha demostrado, reiteradas veces, su interés por destruir cualquier intento de construcción.
Hoy por hoy, corroborando todo lo enunciado, la gestión turística actual desconoce la entidad de la Cámara de Turismo de Gualeguay argumentando su ilegitimidad, a pesar de que le consta que la Cámara cuenta con la personería jurídica del Centro Económico Gualeguay, entidad con 75 años historia legal, la componen distintos actores turísticos de la localidad, es socia fundadora de la Cámara de Turismo de Entre Ríos, y mantiene vínculos frecuentes con el estado provincial y nacional y con entidades sectoriales de la talla de FEGHRA y CAME.
Como se puede apreciar, más allá de las percepciones particulares del caso, la gestión turística del gobierno actual, a lo largo de estos casi 4 años, ha sido fiel al paradigma del perro del hortelano, no hacer ni dejar hacer.
Norman Robson para Gualeguay21