El pueblo existe y exige una política en la que pueda confiar
“La peor grieta que existe en la Argentina es entre la gente y la política”, dijo la semana pasada el Gobernador Rogelio Frigerio, tal vez dándose cuenta de que el pueblo argentino, el pasado diciembre, votó por una política nueva y genuina en la cual pueda confiar, y él, al igual que Dora Bogdan, ahora deben elegir de qué lado de esa grieta se van a poner. Los argentinos votaron por el cambio que le quedaron debiendo en el 2015. A siete meses de su asunción, ya es hora de que sepan qué camino elegir, si al servicio del pueblo, o al de la casta de la cual provienen. Por lo pronto, el Gobernador ya identificó la grieta y al pueblo, lo que no es poca cosa y alienta esperanzas. Pero la Bogdan…
La grieta entre el pueblo y la política acostumbrada en este país está bien definida para todo aquel que quiera verla, y a la vista está que, de un lado, están los argentinos que quieren un país con justicia, seguridad, educación, salud, y mucho progreso, y, del otro, están los políticos del pasado y de siempre, los que nos hundieron en estos extremos de pobreza, inseguridad, injusticia, analfabetismo, y postergación. En ese escenario, todavía muchos no vieron esta grieta, y los que la vieron no tienen decidido aún de qué lado van a estar.
La Argentina eligió a Milei, Entre Ríos a Frigerio, y Gualeguay a Bogdan, y eso, de acuerdo al nuevo orden que está instaurando el Presidente de la Nación, significó un problema para las provincias y los municipios. Pensaban gobernar en el modelo de la emisión y la foto, y, de repente, se encontraron que tenían que gobernar en un modelo de orden, austeridad y resultados.
Ahora bien, a siete meses de este nuevo orden de las cosas en la Argentina, ya deberían haberlo comprendido, en especial sus funcionarios, sus legisladores y sus concejales, quienes olvidaron, si alguna vez lo supieron, que deben servir al pueblo y no a ellos. Sin lugar a dudas, está costando mucho adaptarse a este nuevo modelo cultural político que ha llegado para quedarse por exclusiva decisión del pueblo que así votó.
A pesar de esta innegable realidad, aún persevera la actitud miserable de la seudopolítica opositora populista, la del pasado, sin distinciones de color político, integrada por los auténticos mariscales del desastre argentino, y así desnudan a diario su perversión frente a cámaras y micrófonos. Es gracias a eso que se mantiene profunda esa gran grieta, provocando en gran parte del pueblo su visceral rechazo por todo lo que ellos representan, y Milei tiene los tiempos que necesita para seguir avanzando en la recuperación del país que ellos no quieren que se recupere.
El problema es que, en nuestra provincia, y en esta ciudad, aún seguimos empantanados, en silencio, como aún desconcertados por el golpe, y perdiendo un tiempo precioso, no de ellos, quienes lucran de la gestión, sino del pueblo, que ve impotente extenderse su sufrimiento mientras se agotan sus reservas. ¿Esperan a ver si prevalece este cambio de paradigma, a ver si se impone realmente el nuevo orden, o si se cae, si lo bajan a Milein…? ¿Creerán que Milei es De la Rúa?
Ahora bien, parece ser que Frigerio se está dando cuenta de esto, aunque, tal vez, todavía no haya encontrado el camino adecuado. Sin lugar a dudas no estaba en sus planes, ni estaba preparado, para liderar una provincia fundida sin la caja de la Nación, pero a golpes deberá ir llevando la provincia por el camino de un gobierno eficiente en obligada austeridad. La realidad, sin dudas, ya lo está haciendo escarmentar respecto de las decisiones que insiste en evitar y, tarde o temprano, deberá tomar.
Ahora bien, de esta realidad los gobiernos locales no están excluidos y deben estar a la altura de las circunstancias. En el caso de la intendente Bogdan, al igual que Frigerio, no estaba en sus planes este contexto. Ella esperaba, al igual que muchos, y como siempre había sido, distribuir los recursos que vinieran de Nación y Provincia, y con eso “gobernar”.
Pero ella no es Frigerio, y el problema es que no solo sigue sin comprender el nuevo orden establecido por el pueblo, sino que aún desconoce la realidad que enfrenta. La gente ya no quiere más funcionarios de los “viejos”, ni legisladores o concejales de los “viejos”, quiere de los nuevos, de los que tienen que comprometerse y trabajar por la sociedad.
Pero lo más grave es que Bogdan parece creerse ajena a todo eso, como que a ella no la alcanza esta realidad, o bien no quiere creerse parte de todo eso, lo cual la coloca del lado equivocado de la grieta, y a los gualeyos en una situación de peligrosa incertidumbre.
Sin lugar a dudas, toda esa situación ha superado a la gestión, y la realidad la sumió en su impotencia, obligando a la intendente a refugiarse en su propia alienación, negando todo lo que no le convenga, y abandonando su indelegable misión de gobernar, mientras su entorno, más conformista que responsable, sin compromiso alguno, no es capaz de rescatarla de esa situación. Todo eso se refleja cruel y rápidamente en la ciudad, y lo ven los vecinos, generando un rechazo político demasiado temprano, ya que faltan todavía tres años y medio de gestión.
Es necesario y urgente que la gestión de Frigerio tome consciencia de todo esto y agarre al toro por las astas, pero más lo es que lo haga Bogdan. Es indispensable que la gestión local saque pecho y le ponga la cara a las balas. Los gualeyos necesitan, y merecen, que quien fue elegida les cuente, de frente, cómo van las cosas, qué y cómo va a hacer para adaptarse al nuevo orden, y, más que nada, que los convenza de que puede gobernar, en todo el sentido original de la palabra.
Norman Robson para Gualeguay21