El servicio de salud pública es un derecho, nunca debe ser la “gauchada” de nadie
Si bien es cierto que los servicios públicos brindados por un Estado ya pervertido y corrompido cada vez son más ineficientes e insatisfactorios, la sociedad no debe permitir, bajo ningún concepto, que eso se naturalice, sino que debe exigirle a quienes estén a cargo de brindarlos que lo hagan atendiendo todos los derechos de los individuos, sin importar su género, ni su raza, ni su edad, ni su rango social, ni, mucho menos, el deporte que practiquen. Tal es así que, cuando un sujeto de derecho demanda un servicio público, en especial si se trata de la salud, el Estado debe brindarlo sin cuestionamientos, dejando para después cualquier otra cuestión normativa. Pero…
El domingo por la tarde, en el predio del Hipódromo del Jockey Club Gualeguay, se disputaba un partido de rugby entre el local y un similar de Crespo. A los diez.minutos del segundo tiempo, un jugador local choca contra un adversario y se lastima mal el hombro. La médica presente interviene y ordena llevarlo urgente al hospital. Mientras el joven era inmovilizado sobre una tabla, en una posición que menguara algo su gran dolor, la médica habló con el hospital San Antonio para solicitar una ambulancia. Para sorpresa de todos, desde ese nosocomio indicaron que no podían mandar la.ambulancia, pero que lo llevaran para allá que en la Guardia lo atenderían.
Luego de reiterados llamados, mientras el joven yacía tendido en el puso, desbordado por el dolor y temblando ya de frío, desde el hospital aceptaron “hacer la gauchada” de ir a buscarlo. Cuando llegó la ambulancia, el árbitro pitaba el final del partido. Habían pasado 30 minutos desde el golpe.
Según investigaciones realizadas, estos eventos deberían contar con una ambulancia estacionada al costado de la cancha con un profesional listo para atender cualquier emergencia. De ser esto así, la institución anfitriona, o la asociación que fiscaliza esa disciplina, o alguien, cometió un error, el cual debería ser señalado y tal vez castigado, por las autoridades de la ciudad. Igualmente, habría que ver si en Gualeguay hay tantas unidades como eventos un domingo por la tarde.
Ahora bien, más allá de todo esto, ante un llamado de emergencia a un hospital porque una persona necesita ser atendida de forma urgente, NO se le puede negar la ambulancia, menos aún cuando estaba allí estacionada para eso. Ni, mucho menos, dejar que le insistan durante 20 minutos para, al final, decir que les iba a “hacer la gauchada” de mandarla, sin piedad alguna para el joven lastimado, dolorido y enfriado esperando atención al costado de la cancha.
Como dijimos al principio, la salud pública es un derecho de los individuos, y la ambulancia del Hospital San Antonio está para atender ese derecho, sin importar en absoluto en que circunstancias se da la situación. Pero claro, para comprender esto es preciso que las administraciones conciban que la salud pública es un servicio público y no un negocio. Por eso, también, sería bueno recordarles que aquello que tanto pregonan sobre que “donde hay una necesidad, hay un derecho”, no aclara en ningún lado que es solo para algunos, y para otros no. O sea que, en otras palabras, los que jugan rugby no hay que atenderlos porque tienen que tener Osde.
Por último, cabe agradecer al personal de la ambulancia por reaccionar rápidamente al enterarse de la emergencia que se negaban a atender.
Norman Robson para Gualeguay21