10 diciembre, 2024 2:32 am
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El sillón de Rivadavia ¿y el puff de Cristina?

Las inminentes elecciones del 23 de octubre parecen negarse a depararnos sorpresas. Es un trámite para algunos, para otros un pasaje al abismo. ¡Que enojada está la gente con el gobierno! ¡Que enojada está la gente con la oposición!

Los que están enojados con el gobierno están desesperados porque no ven una posibilidad ni remota de quitarle al kirchnerismo el sillón de Rivadavia. Para ellos, Cristina Kirchner lo cambió por un puff y está despatarrada en este momento haciendo zapping y comiéndose un chupetín.

 

Los que se levantarán el 23 para ir a hacer la cola en la escuela como quien se levanta para ir al banco, parecen peces-globo. Hacen bien, aparte algunos ya tienen experiencia porque vivieron otros éxitos en los tempranos noventa.

No todos, claro. Algunos son neófitos en la carrera del éxito “para todos”. A quiénes incluye el “todos” no importa.

“La oposición da lástima”, “¿Porqué no se juntan y hacen algo serio?” “Y bueno, si la “opo” no se pone las pilas…”.

En fin, lo dicen muchos que ya han decidido castigar a la oposición y votar al oficialismo. Lo extraño es que quien está verdadermante deseoso de que la “opo” pierda el efecto chiquitolina será porque no está tan conforme con el gobierno pero lo votará igual.

No es que no le encuentren defectos al gobierno sinó que estos les resultan irrelevantes frente a sus virtudes. Es bastante lógico. Por las nimiedades mencionadas y por muchas otras razones prefieren al gobierno de turno porque es “la única propuesta seria”.

Y además nada mejor para una oposición debil que no votarla, ni aunque sea por simpatía, ni por romanticismo.

Hay algunos puntos de vista que funcionan como golpes bajos: “¿pero qué, no estamos mejor que antes?” Si, claro que si. Estamos mucho mejor que antes. Los productores, los comerciantes, los empleados públicos y privados, hasta los empleados en negro.

“Y yo estoy bien, trabajo no conseguí pero sé que si se busca hay, por ahora vivo con mi mamá que se jubiló y yo tengo el plan por el nene y bueno, la verdad que estoy bien”. Ciertamente, tiene razón ¿quién puede cuestionárselo? Yo, no. No encontraría los argumentos.

Los más sociológicamente interesantes son los viejos peronistas que hoy son productores (ya están entrándose en años). Fueron acérrimos peronistas y hoy son acérrimos antikirchneristas porque, dicen, “estos de peronistas no tienen nada”.

¿Los desconcertará que no lleven uniforme o qué?. En fin, hoy no ocupan en la sociedad el lugar flaco de hijos de inmigrantes porque han ascendido socialmente. Hoy prefieren militar como síndicos del agro o integrar alguna lista más cool. Y si.

Otro fenómeno, se escucha, son las “viejas de Recoleta”. Esas que votan a Duhalde porque son fervientes opositoras. Ellas estan indignadas con este gobierno aunque no hayan leído a Stephane Hessel. Insisto, están indignadas con este gobierno y por eso votan al narco salvador.

Las “viejas de Recoleta” están re “peronchas”, doña Reaccionaria y sus amigas. ¡Renuncien, montoneras!!

De los radicales no voy a hablar, no me gusta hablar de moi-même. Mi etos querido.

Creo que todos aquellos que están desconformes con la oposición deberían ponerse manos a la obra y comenzar a elaborar una tendencia más activa en la política.

Si la oposición  está fragmentada, desmembrada y vacía de contenido es porque no se le perdona absolutamente nada.  Es porque quienes hoy tienen 50 tuvieron que dejar de creer en la política, los más honestos y desinteresados terminaron destronadísimos y humillados y muy pocos de los que estamos llegando a los 30 fuimos estimulados a seguir participando.

¿Porqué al oficialismo sí se le puede perdonar?

Esos semi no conformsitas deberían tratar de aportar su pequeño grano de arena a esos partidos políticos que no han superado la crisis partidaria  arrastrada desde los años 90, el vacío total de las filas partidarias y el empobrecimiento de las ideologías y tendencias partidarias.

El intercambio de actores entre los partidos políticos es positivo. Cualquiera puede equivocarse y sería normal que muchos no se sintieran cómodos en las primeras incursiones en la política.  Pero creo que el mejor camino es comenzar a criticar a los partidos, desmenuzarlos y encontrarse con ellos pero desde adentro y no desde una mirada externa.

Los kirchneristas genéticos opinan:  “la opo mucho bla bla pero nada de propuestas”.  Algunos dudan pero votan al oficialismo y hacen eso: critican a la oposición pero, aunque les de culpita, apuestan por la profundización del modelo K. No es que esté mal ¿pero y si empezaran a darnos una mano? Después de todo, el voto es secreto.

Se puede empezar, de a poco, a renovar las viejas filas de los partidos políticos intentando comulgar con los mesozoicos dinosaurios y tratando de evitar el juvenilismo pedante que pretende, a veces, avanzar atropellando.

Hay un punto que quiero resaltar.

El único movimiento que logró despegar y formar una fuerza nacional y con posibilidades de continuar creciendo parece ser el kirchnerismo. No menosprecio el fenómeno inigualable que lograron Néstor y Cristina Kirchner pero también es verdad que hacía muchos años que un gobierno argentino no gobernaba con semejante contexto internacional de precios altos de todo lo que la Argentina tiene para ofrecer.

El gobierno ha tenido muchos méritos en sus dos gestiones pero entre ellos no se encuentra el de crear ese contexto. Y como la historia no nos permite preguntarnos “qué hubiera sido si…”, hay que aceptar que es a ellos a quien les tocó.

¿Qué le vamos a hacer?

También es verdad que, luego de la crisis y dentro del nuevo contexto mundial, solo el oficialismo ha tenido la oportunidad de desplegar todas sus fuerzas y sus potenciales. Entre los escombros, la manera más rápida de lograrlo, es disponiendo de los fondos públicos.

El kirchnerismo llegó al poder con el 22% de los votos y, tal vez, el 23 de octubre supere el 40 o hasta el 50 %. El movimiento nació, creció y se expandió desde el poder. No es para menospreciar sinó para que se tenga en cuenta que no es casualidad que el único movimiento en expansión en medio de una crisis de partidos sin precedentes ha sido el kirchnerismo.

¿Puro mérito?

Tal vez.

De todas formas, insisto en que es sumamente necesario que más gente vuelva a creer en los partidos participando.

Tomás G. O’Dwyer

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