En el finde largo, un joven archiconocido cayó tres veces preso y las tres veces lo soltaron
A lo largo del último fin de semana extra largo, en Gualeguay, un joven de reconocida conducta, con múltiples ingresos y egresos a las instalaciones de Jefatura como autor de una amplia gama de delitos y contravenciones, fue detenido y liberado en tres oportunidades por distintos hechos. Este joven, de 21 años, sin domicilio estable, ingresó a la Departamental local el viernes por robo, el sábado por disturbios y el domingo otra vez por robo, siempre muñido de un cuchillo. A pesar de su frondoso historial, el reincidente es siempre liberado por la Justicia arguyendo que es discapacitado e inimputable, aunque no existe oficio alguno que así lo establezca. Así pasan las cosas que pasan.
El muchacho ya hace rato que es mayor de edad, pero es bien conocido por los funcionarios policiales desde su infantoadolescencia. Se habla de más de 200 ingresos o detenciones. Pero cada vez que es detenido es rápidamente liberado por la Justicia con el argumento de que es inimputable por ser discapacitado mental. Más allá de que su prontuario en nada se parece al de un minusválido, de ser cierta su discapacidad, debería existir, por lo menos, un oficio que así lo determine, y, de declararse su insanía, se lo exoneraría, pero luego se dictaría una medida de protección que lo aísle para evitar se dañe a sí mismo o dañe a terceros.
La vida de este joven siempre ha sido complicada. Desde su infancia en un barrio de la periferia, pasando por sus convivencias con distintas parejas de su madre, hasta su internación en rehabilitación y su alejamiento de su familia, el joven ha sufrido múltiples y variados abusos y abandonos. Desde hace un tiempo, vaga solo por distintos “aguantaderos”, al grado de que su madre le ha pedido a la Justicia que le imponga restricciones. Tan así ha sido su historia personal que es conocido en la Comisaría del Menor y la Familia desde sus 9 años.
De esa manera, desde hace un tiempo, es común que es este joven entre y salga de la cárcel de Jefatura, sumando, en cada ingreso, gracias a su corpulenta figura, cargos por ataque a otros presos y a uniformados. Cargos que también siempre quedan en la nada. Desde la propia Departamental de Policía, el año pasado se reclamó por esta situación al Copnaf, a la Defensoría Civil, y a la propia Fiscalía, inquietud que solo fue respondida por la Defensoría, recomendando una reunión para darle una solución al caso de este joven. Lamentablemente, ésta nunca se realizó.
Cabe señalarse que, según lo que se pudo saber de parte de quienes entienden en el tema, el procedimiento a seguir por la Justicia penal es formar el legajo penal, que lo examine el médico forense, y si se lo declara ininmputable, desde lo penal se puede, o se debe, imponer una medida de seguridad. Ésta debe asegurar que el joven no afecte ni a sí mismo ni a algún tercero. Esta medida puede ser la internación en un establecimiento de salud mental donde reciba contencion y el debido tratamiento.
Ahora bien, este pasado fin de semana largo, el joven batió su propio récord alcanzando 3 entradas y salidas en el mismo fin de semana largo. Un delito o contravención por día, saliendo de la última en la noche del miércoles. Todo comenzó el pasado viernes por la noche, cuando fue sorprendido robando cables de una obra en el Cuarto Cuartel, y quemándolos para obtener el cobre. Según el informe policial, se trataba de un kilo y medio del preciado metal, el cual se cotiza muy bien en el mercado local de compra venta. A pesar de la gravedad del hecho, sin siquiera iniciar un proceso, el joven fue dejado en libertad a la mañana siguiente.
Ese mismo sábado, por la noche, fue detenido, y llevado a Jefatura, por disturbios en la vía pública, visiblemente intoxicado, y liberado por la Justicia el domingo a la mañana. En la noche de ese mismo día, el joven fue aprendido en flagrancia cuando robaba en el interior de una despensa de 3 de Febrero y Ambrosetti. Finalmente, por este caso, fue liberado en la noche de ayer miércoles para que siga vagando por las calles y no tarde en cometer otro delito.
Todo indica que así será hasta que lamentemos una muerte, sea suya o de algún otro, ya que el Estado, en sus múltiples dependencias, sabe sobre la problemática de este joven desde hace más de 12 años, y nunca se preocupó por hacer nada. Casos como este ya nos costaron vidas, y seguimos sin aprender.
Norman Robson para Gualeguay21