14 noviembre, 2024 5:15 am
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Entrevista al periodista francés Hervé Kempf

“Los capitalistas quieren abandonar la democracia”. Así lo afirmó el periodista francés Hervé Kempf, para quien la única solución a la crisis ambiental que enfrenta el planeta es salir del capitalismo y del individualismo extremo al que nos ha conducido.

El periodista francés, Hervé Kempf, para quien la única solución a la crisis ambiental que enfrenta el planeta es salir del capitalismo y del individualismo extremo al que nos ha conducido, no dudó un instante en afirmar que “los capitalistas quieren, discretamente, abandonar la democracia”.

 

 

Todavía sorprendido de la repercusión mediática de su visita, el autor de “Cómo los ricos destruyen el planeta” y “Para salvar el planeta salir del capitalismo”, reveló que el mundo “está presenciando un gran cambio cultural” donde se empiezan a privilegiar “las relaciones comunitarias”.

“Creo que estamos saliendo de generaciones que han sido increíblemente individualistas. Las jóvenes generaciones, y la gente en general, comienzan a redescubrir hasta qué punto es necesario volver a algo más colectivo”, precisó.

Para graficar ese cambio, Kempf puso como ejemplo los movimientos sucedidos en los últimos tiempos en Túnez, Egipto y Chile, entre otros países, donde las sociedades se movilizaron, cada una con sus características, en búsqueda de soluciones sociales.

“Recién vengo de Chile donde pasé 15 días apasionantes y fui testigo de una lucha ecológica sobre las represas en la Patagonia, con 80 mil personas en las calles en Santiago, y después el movimiento de estudiantes y la cuestión social y el bien común”, señaló.

Sin embargo, todo ese movimiento de cambio no tiene todavía su canalización política. “Ningún partido tiene la legitimidad para ser el portavoz de esas demandas, y ese problema lo tenemos en Europa”, agregó Kempf.

El dato sirve para desentrañar el pensamiento de este periodista que tiene tras sí toda una historia con los temas ambientales, y que saltó al conocimiento público internacional cuando el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, recomendó leer su obra a los delegados de la Cumbre sobre Cambio Climático de Copenhague, en 2009.

Kempf sostuvo que a partir de 1980, los partidos políticos -tanto de izquierda como de derecha-, han “involucionado” en casi todos los países, aceptando “la extensión del capitalismo que lleva a la economía de mercado hacia sus extremos, y fueron olvidando la cuestión social y prácticamente se quedaron ciegos ante el auge de las desigualdades”.

“Lo mismo pasó con los laboristas ingleses, los social demócratas alemanes, la concertación chilena, pero podemos imaginar que la izquierda, o al menos una parte de la izquierda, entiende lo que está pasando: que el capitalismo actual es peligroso para la ecología pero también para la estabilidad económica y para la justicia social porque estamos en una situación de gran desigualdad”, agregó.

Kempf no estigmatiza tampoco al liberalismo político y lo diferencia de lo que él llama el neocapitalismo, “que es el que llevó el liberalismo económico al extremo, es decir, el que soltó el lobo en el corral de las ovejas”, explicó.

“Ahora, el liberalismo político que surge del siglo de las luces produjo la división de poderes, la libertad de prensa, la libertad de opinión y los derechos individuales”, añadió.

Ante esa defección de las ideologías tradicionales frente al capitalismo, el periodista francés dijo que surgió una nueva, a la que se podría definir como “la ecología política o la ecología radical”, que se basa en tres aspectos.

“El primero es que al principio del siglo XXI la cuestión ecológica es fundamental, no en cada país, sino que es una cuestión planetaria que nos acerca a todos. El segundo aspecto es que no se puede tener una economía que no respete la ecología y que no se base en una justicia social, en una mayor equidad entre las clases”, precisó.

“En cuanto al tercer aspecto agregó-, es que se trata de una ideología del bien común y que presta atención a los aspectos buenos del liberalismo político, como por ejemplo las libertades y los derechos individuales”.

Ante la consulta sobre si esa nueva ideología podría desembocar en un pensamiento único, Kempf prefirió precisar que lo que hay es “una realidad única” marcada por el cambio climático y el cambio de la biosfera.

“Toda la información sobre cambio climático ha indicado que es una realidad y se está agravando. No se si es un pensamiento único, pero si pensamos que el conjunto de la comunidad científica opina lo mismo sobre esa realidad, en sentido se puede decir que es una realidad que se nos impone a todos”, precisó.

Crisis financiera mediante, las grietas del capitalismo son la oportunidad para salir del embrollo y realizar una redistribución de la riqueza, “que es la auténtica revolución”, de acuerdo al pensador galo.

Para lograrlo, “hay que hacer una reforma fiscal, un control sobre los bancos y luchar contra los paraísos fiscales, y los tenemos que hacer juntos. Un solo país no lo puede lograr. Es decir, salir del capitalismo antes de que lleguemos a los limites de la biosfera”, concluyó.

Imitación y publicidad como armas del Capitalismo

Autos de alta gama, yates de lujo, islas paradisíacas, joyas, aparatos sofisticados y de última tecnología, todo en imágenes televisivas que llegan a miles de millones de seres humanos, la inmensa mayoría de los cuales nunca tendrán ni la más mínima aproximación a esa vida.

Quienes exhiben sin pudor son los que Hervé Kempf califica como “oligarcas o mega ricos”, y que a través de la publicidad atraen hacia el consumo desenfrenado a los otros, a los que no pueden, aunque quieran.

Para explicar este proceso, Kempf redescubrió a un economista estadounidense, Thorstein Veblen, cuyas obras tuvieron su apogeo en la década de los 60, pero que después cayó en el completo olvido.

En particular, Kempf se interesó en el libro: “Teoría de la clase ociosa”, en donde Veblen aseguraba que la economía está dominada por la “propensión a la emulación, a la comparación valorativa”.

“Para Veblen, la rivalidad es inherente a la naturaleza humana, no es negativo, no es violento, no perjudica en sí mismo la vida social, pero es un mecanismo que en una sociedad tan desigual como las nuestras conduce a un derroche muy importante y por lo tanto el impacto ecológico es mayor”, precisó el periodista.

A pesar de reconocer que estamos inmersos en “una dinámica de la rivalidad” promocionada por los megaricos a través de la publicidad como herramienta del capitalismo, Kempf imagina un escenario diferente.

“La idea no es salir de esa rivalidad, sino que saliendo de las desigualdades se llegaría a otro modelo cultural que se proyectaría a toda la sociedad. Podemos imaginar que esa rivalidad seguiría existiendo pero de una manera más atenuada sobre todo porque nos dirigimos a una sociedad menos individualista, con un sentimiento más colectivo”, destacó.

Telam

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