Escuela y club conviven con un desagüe tapado que es fuente de contaminación
Después nos preguntamos los porqués de las cosas, como enfermedades e inundaciones. En este oportunidad, un dirigente de nuestra sociedad civil denunció en su red social “el deplorable estado de abandono en que se encuentra el zanjón que linda con el Club Barrio Norte y la Escuela Nro 6”, y advirtió la preocupante presencia de “basura, ratas y olor nauseabundo”, en un lugar “donde transitan a diario muchos chicos que concurren a la escuela o al club, donde realizan deportes y comparte su merienda y es un lugar de encuentro y contención”. Pero éste caso no es una excepción de la regla, sino que responde a una política de desidia que afecta a toda la ciudad.
Como no se trata de un sector “a la vista”, ni molesta a ningún “amigo”, sino que se trata de un sector periférico que no es “tan importante”, su mantenimiento está al final de las prioridades. Para comprobarlo basta echarle una mirada a este zanjón, que corre entre la calle continuación Epele, y la escuela de Tablas y el club Barrio Norte, observar su curso tomado por las malezas y la basura, y percibir los desagradables olores que emanan del mismo. Pero nada de esto es extraordinario, sino que es uno más de los tantos abandonos que se destacan cuando llueve y nos inundados, o cuando los hedores llegan hasta otros sectores.
Se trata de un problema que solo afecta a víctimas silenciosas, como estos gurises de la escuela y del club, y ese par de familias culpables de vivir justo por ahí. Un problema que, solo ocasionalmente, es denunciado por vecinos “opositores” o medios “criticadores” que solo ven lo malo de todo lo bueno. Bajo esta excusa, los supuestos responsables encargados del mantenimiento de sus calles (intransitables), sus veredas (inexistentes) y sus cursos de escurrimiento (obstruidos), niegan la realidad de su desidia.
“Es una pena que las autoridades responsables no tomen cartas en el asunto”, se lamenta quien publicó la queja, haciéndose eco de las múltiples quejas de padres e hijos invisibles, y solo exigiéndole al gobierno que haga aquello por lo cual cobra. Ni más, ni menos. Apenas exige a los funcionarios públicos a cargo que cumplan con los deberes que tienen como tales, aunque, al recorrer la ciudad, brota la duda sobre qué ellos sepan cuáles son.
Ojalá este dirigente sea escuchado y ese problema sea resuelto, ojalá los vecinos de toda la periferia de la ciudad tengan alguien que levante su voz, y sus problemas sean resueltos.
Norman Robson para Gualeguay21