Fabio Quetglas habla sobre desarrollo territorial
Cuando en la Argentina se debate sobre desarrollo territorial y planificación urbana aparece, como referente principal, el abogado Fabio Quetglas, quien es docente de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), investigador y consultor en lo que hace a gestión de ciudades. Entre sus aportes figura el libro “Qué es el desarrollo local”, publicado en el 2008 por editorial Capital Intelectual en el marco de la colección dirigida por el prestigioso José Nun.
Resulta que Quetglas, Master en Gestión de Ciudades en la Universidad de Barcelona, visita Rafaela al menos dos veces por año para encontrarse con amigos -una costumbre que inició en los años 90- y dar clases en el marco de la Maestría en Desarrollo Territorial que se dicta en la UTN Facultad Regional Rafaela, bajo la dirección del también especialista local, Pablo Costamagna. “Me encanta venir a esta ciudad donde tengo amigos, me siento en casa, esto me pasa con cinco ciudades argentinas. Es una ciudad que me gusta. Le leo el subtexto, lo que quizás para el rafaelino es natural. Cuando camino veo la ciudad tan limpia, los negocios bien cuidados. La gente bien presentada. Uno sueña que la Argentina tenga 200 Rafaela. La disfruto a esta ciudad en cada visita. Es una ciudad bien pensada, pujante, incluyente, con gente valiosa, incluyente. Donde voy la reivindico por mérito, no es un regalo que le hago a Rafaela”, define intentando -sin éxito- despojarse del innegable afecto que siente por la Perla del Oeste.
Este año fue el encargado de abrir el segundo año de la segunda cohorte de la Maestría en la UTN rafaelina aunque deberá volver en el segundo semestre para continuar con su rol docente, una función que comparte con otros destacados expertos que jerarquizan esta propuesta de posgrado gestada en esta ciudad, como el italiano Carlo Ferraro o el español, Francisco Paco Alburquerque.
“En la Maestría, primero propongo reflexionar sobre ciencia, tecnología y desarrollo. Es un módulo en el que le damos un enfoque particular a la innovación. No nos centramos en los fenómenos históricos sino tratamos de abordar sobre cómo y por qué la innovación es un elemento determinante en los procesos de aceleración económica de este mundo global o postglobal. Es decir, cómo ciertos territorios de determinada escala, como Rafaela y su región, pueden insertarse en estos procesos de una manera eficiente y competitiva y en la que puedan construir cohesión y calidad de vida”, explicó Quetglas desde una visión pragmática de su clase.
La segunda escala que traerá al especialista a Rafaela se relaciona con “el tema de la planificación”. Admite que “en general en América Latina no hay la tradición planificadora con la tradición, con los profesionales, con la experiencia y la técnica que hay en otros lugares del mundo. La planificación inclusive ha sido abortada por hechos políticos. Por ejemplo en los años 60, estaba en marcha una incipiente ola planificadora, pero la represión continental de los 70 pulverizó todo”, afirma. “Afortunadamente, ahora se están reiniciando estos procesos desde lo público”, sostiene
-¿Qué es la planificación urbana o territorial?
-La planificación es tratar de ordenar las cosas para construir el futuro que uno desea. Es un fenómeno muy complejo, muy maleable. La planificación no puede ser igual en todos los lugares porque está impregnada en elementos culturales, no es lo mismo en Brasil que en Alemania. Planificar en una ciudad de 100 mil habitantes, con una base de desarrollo económico como Rafaela, tiene determinadas complejidades y planificar el área metropolitana de Buenos Aires otras. En el módulo de la Maestría tratamos de ayudar de pensar cómo establecer formas de planificación que sean los mejores para cada territorio.
-Hace muchos años la planificación se centraba casi exclusivamente en la obra pública. En pensar una plaza o una avenida. ¿Cómo se inserta lo social?
-Durante mucho tiempo, la planificación se focalizaba sobre lo físico. Pero los dispositivos urbanos y tecnológicos carecen de sentido sin la apropiabilidad que hacen de ellos las personas. Como ahora somos más conscientes de que esa apropiabilidad es la que determina la suerte de esas intervenciones, entonces la incorporación de lo social al proceso de planificación es un hecho natural. En este sentido, es una expansión del sentido y una complejización de la planificación. Es decir, con la incorporación de lo social como insumo de trabajo, planificar ahora tiene nuevos desafíos.
-¿Cómo se hace planificar en estos tiempos tan dinámicos, de cambios vertiginosos?
-Ese instante reflexivo que es la planificación es muy complejo en las sociedades como las actuales muy impactadas por la coyuntura, por las imágenes, por una cultura de la inmediatez. Todo esto atenta contra la planificación. De todos modos, tenemos que planificar en este contexto, y no en un escenario como la París del Barón de Haussmann donde no había ni tele ni radio. El tipo se sentaba en un escritorio con sus colaboradores y decidían qué hacer. Hoy día el impacto mediático golpea las decisiones públicas. En planificación urbana pasa muchos veces, pero no podemos evitar planificar en este mundo.
-Se observa una contradicción en Argentina, por un lado parece crecer la conciencia sobre la inclusión y la integración de la diversidad, y al mismo tiempo se acentúa el fenómeno de los country. Al mismo tiempo en otras regiones del mundo se impone el concepto de ciudades inteligentes. ¿Por qué?
-Nunca hubo ciudades tontas. Pareciera que ahora a partir de la irrupción del término de ciudades inteligentes también aparecen las ciudades tontas. Y lo digo a pesar de que integro el panel de Smart City. No quiero caer en el fetichismo de que un sistema inteligente de regulación del transporte determine que una ciudad sea más inteligente que otra por el simple hecho de que te haga esperar 10 segundos menos en un semáforo. Que lo valoro. La verdaderamente inteligente en el caso de las ciudades latinoamericanas es superar la exclusión, no esperar más o menos en el semáforo. El territorio refleja cuestiones profundas de la sociedad. El country no construye la exclusión sino que la pone de manifiesto. La demanda de los sectores de clase media que optaron por vivir en un country era legítima. Si una familia quiere que su hijo pueda andar en bicicleta por la vereda frente a tu casa o inclusive por la calle es una demanda legítima, razonable. Que el sistema urbano no pueda atender una demanda legítima y para que el hijo ande en bici se tenga que ir a 30 km y pagar un adicional, nos debería hacer pensar mucho, especialmente a los que reflexionamos sobre las ciudades y el territorio. En mi caso estoy 100% en contra del country. Porque es urbanicida. Prohibiría los countryes, pero antes asumiría esa demanda. Que en la ciudad haya desigualdad y tensiones es natural. El tema es cómo gobernamos esas desigualdades y tensiones. En la relativamente sociedad igualitaria de la Argentina de los 60 había desigualdad y tensiones sociales, pero también había espacios de igualación como era la escuela pública de alta calidad donde el hijo del carnicero podía ponerse de novio con la hija del escribano.
-La inseguridad explica en parte este fenómeno.
-Es una cuestión severa. Porque en algún sentido es resultado de la exclusión, en cierta medida porque hay una economía delictual de escala global… hay que decirlo. Delito hubo siempre por eso hay códigos penales desde la Ley del Talión. El problema grave es cuando la tasa de organización del delito es más grave que la tasa de organización del Estado estamos complicado. El problema de Argentina no es la inseguridad de baja estofa, que quizás con una decisión política sería controlable, sino la aparición de unidades organizaciones en términos del delito que ponen en jaque la capacidad de control y operativa del Estado para dar seguridad. El problema no es el quiosco sino el supermercado del delito. Porque a su vez el supermercado abastece muchos quioscos.
-En este contexto los municipios se reconfiguran todo el tiempo, absorben más tareas, como la seguridad.
-En los últimos 20 años los gobiernos locales vieron cómo se amplió su agenda. Hay funciones que deberían cumplir los municipios por proximidad o conocimiento, como la prevención primaria de la salud, de la seguridad y la infraestructura escolar. Porque nadie conocer mejor que ellos los barrios, las personas, los recorridos. Ahora si yo te digo todo esto, todo lo que me gustaría que hagan los municipios, entonces los municipios deberían administrar el 20 por ciento del gasto público consolidado y no el 6 por ciento como en la actualidad. El sistema le aumenta las competencias a los municipios pero no las capacidades para dar respuestas.
-Usted planteó el creciente protagonista de los intendentes.
-Me preguntaban en relación a la emergencia de los Massa, los Insaurralde en la Provincia de Buenos Aires. Para mí es un fenómeno natural, porque si los intendentes se encargan cada vez de más cosas y que lo hacen a los ojos de la población, es natural que el reflejo de esto sea el salto a la primera escena política. Es lógico que busquen crecer. Si los intendentes tienen cada vez mayores responsabilidades, y las cumplen, pueden llamarse Castellano, Perotti o Massa, Mestre o Fayad, el paso siguiente es que tengas aspiraciones políticas más importantes.
Pedro Ulman para La Opinión