Galarza: Preso domiciliario vende droga libremente
Es bien conocido en la vecina ciudad de General Galarza un kiosco dedicado a la venta de drogas, pero lo que sorprende a los vecinos es que, desde hace casi un año, allí vive, atiende el “comercio”, y cumple su prisión preventiva, un boliviano procesado y detenido por narcomenudeo. Esta insólita situación, consentida por la Justicia del Departamento, se da a pesar de que la Policía ha provisto todas las pruebas del caso.
A partir de la información brindada semanas atrás por vecinos de General Galarza sobre el caso de una joven, madre de dos criaturas, que era víctima del consumo de drogas, y que era abastecida por un boliviano que estaba preso en su casa, Gualeguay21 pudo conocer los detalles de una historia que vuelve a desnudar la ineficiencia y la desidia de una Justicia que nada le interesa cumplir con sus deberes.
La historia
Según se desprende de la información obtenida, durante casi todo el mes de diciembre de 2022, personal de la División Toxicología vigiló un domicilio de General Galarza y siguió a su ocupante, un boliviano de 32 años, para terminar colectando suficientes pruebas para obtener una orden de allanamiento.
En cumplimiento de esta medida, el 30 de dicho mes, casi fin de año, se secuestró un Ford Focus, casi un millón de pesos, y varios celulares, junto con cocaina, marihuana y los insumos y herramientas necesarios para su corte y comercialización.
A partir de estos hallazgos, se detuvo al sospechoso y se lo puso a disposición de la Justicia ordinaria de Gualeguay. Desde aquel momento, y hasta principios de marzo del 2023, el sospechoso quedó alojado en Jefatura con prisión preventiva, pero luego fue beneficiado, hasta hoy, con prisión domiciliaria en su domicilio, en General Galarza.
Al profundizar en lo ocurrido, se supo que, de los dispositivos peritados se obtuvieron pruebas fundamentales, las cuales están, desde octubre pasado, en manos de la Fiscalía a cargo.
Pero lo más insólito es que, con el dato cierto sobre una persona adicta intervenida socialmente por el Estado, se comprobó, nuevamente con vigilancia y seguimientos realizados durante septiembre de este año, que en el domicilio donde el sospechoso estaba cumpliendo su preventiva éste operaba un kiosco dedicado al narcomenudeo, abasteciendo a un gran número de consumidores.
En síntesis, un vendedor minorista de drogas, detenido por ese delito a fines del año pasado, hoy, casi un año después, sigue su actividad libremente gracias a haber sido beneficiado con prisión domiciliaria, y a que, a pesar de estar en conocimiento, la Justicia no hace nada al respecto.
Este no es un caso extraordinario, sino que se suma a otros de sonada repercusión en la opinión pública, como el de la banda de extorsionadoras que, desde su prisión domiciliaria, ya retomo su actividad, lo cual ya está en conocimiento de la Fiscalia, o el de los bandidos rurales que ya están libres para seguir robando. Insólito, y, también, muy sospechoso.
Norman Robson para Gualeguay21