4 octubre, 2024 8:13 am
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Gualeguay: La memoria por la verdad y la justicia que nos debería importar

En este día, muchos se rasgarán las vestiduras rechazando el olvido como origen de lo falso y de lo injusto, para recordar dictadores, señalar terrorismos, y discutir desaparecidos, desde uno y otro lado, imponiendo cada uno una concepción parcial y antojadiza de la historia. Ahora bien, como sí es cierto que un pueblo nunca crecerá en paz si no recuerda, y si no reconoce y repara eso que recuerda, hoy elijo abordar la memoria solo de nuestro Gualeguay, para rescatar su verdad y su justicia, algo que sí merecemos sus habitantes. 

En su afán de “que muchos hechos no caigan en un irreparable olvido”, el historiador gualeyo Humberto Vico plasmó en libros, con arte y sacrificio, la historia de Gualeguay, pero a sus vecinos eso no los conquistó, ni siquiera los inquietó. Tal es así que su tan valiosa obra lleva décadas descansando en algunos exclusivos y polvorientos estantes, sin que a nadie le interese ponerla al alcance de su pueblo, el cual, en su mayoría, no la conoce.

Si bien ésto puede parecer un dato menor, demuestra nuestro real deinterés por nuestra historia, a la vez que prueba porqué no tenemos memoria. La nuestra es una comunidad que no solo olvidó, si alguna vez supo, quienes fueron Bartolomé Zapata, Alonso Correa, o Jacinto Andreu, o qué dejaron Amaro Villanueva, Derlis Madoni, o Adolfo Cosso, sino que también olvidó cómo, cuándo y quiénes hicieron de Gualeguay lo que llegó a ser y lo que luego dejó de ser.

En este sentido, Gualeguay también olvidó los porqués de su presente, como, sólo por ejemplo, el porqué del esqueleto del edificio frente a la plaza, o el porqué de la fábrica de pastas abandonada en ruta 11, o el porqué de las ruinas del galpón en Puerto Ruiz, al igual que olvidó cómo dejó de tener más de 30 camas de terapia intensiva para tener hoy solo 11, o cómo dejó de tener oportunidades para sus jóvenes, o cómo llegó a no tener las Termas, el Autódromo o un Parque Industrial, o cómo permitió que la droga se coma hoy el futuro de miles de niños.

En síntesis, se trata de un pueblo que olvidó cómo llegó a tener los políticos y los dirigentes que lo trajeron a este presente, y los sigue teniendo. Sin lugar a dudas, Gualeguay perdió la memoria, y, como cualquier persona, no puede saber la verdad sobre sí misma, ni, por supuesto, puede hacerse justicia, no puede darse lo que realmente merece. Esa es la memoria que, de forma urgente, debemos recuperar los gualeyos y darla a conocer entre nosotros.

Solo una vez recuperada la memoria, Gualeguay podrá saber cuáles son las verdaderas razones de su presente. Los porqués de cada arista de la realidad actual. La verdad sobre sí misma. Esa verdad que permite a los pueblos transformarse de forma conveniente, acertando en sus decisiones sobre qué hacer, cuándo y de qué modo hacerlo. Es, únicamente, a partir de esa verdad que los pueblos pueden desarrollarse, tanto en lo social como en lo económico.

Ahora bien, el problema surge cuando esos pueblos ignoran su realidad, o cuando eligen ignorarla para no hacerse cargo, cuando prefieren no saber. En nuestra Gualeguay somos demasiados los que desconocemos esa verdad. Ni siquiera sabemos desde dónde y hasta dónde llega nuestra ciudad, ni cuáles son, dentro de este territorio, las responsabilidades de quienes nos gobiernan. Demasiados somos, también, los que desconocemos hasta nuestros propios derechos, y demasiados los que ya naturalizamos la impotencia general.

Somos demasiados los que desconocemos nuestra propia realidad. Por ejemplo, demasiados desconocemos cuán abandonada y postergada está la infraestructura de nuestra comunidad, o cuán comprometido está el futuro de nuestros hijos por indiferencia política respecto de la droga, la desocupación y la deseducación, o cuán degradado y pervertido está nuestro sistema judicial.

Somos demasiados los que desconocemos que nuestro sistema de salud, público y privado, está colapsado, al igual que lo está nuestro sistema energético. Somos demasiados los que desconocemos la realidad de nuestro río, y, por ello, le dimos la espalda, perdiendo nuestros balnearios. Hasta rechazamos inversiones, y trabajo, en nombre de su salud, perdiendo así valiosas oportunidades de crecimiento. Ni siquiera sabemos, a ciencia cierta, si nuestros olores tienen algo que ver con el cáncer.

Nuestra poca memoria, sino nula, nos llevó a este desconocimiento casi absoluto de nuestra realidad pasada y presente, nos llevó a ignorar la verdad sobre nosotros mismos. De ese modo, nos ganó el miedo y la incertidumbre, y, así, perdimos la paz y nos sumimos en la violencia propia de la injusticia. La ausencia de derecho, de ley y de orden minaron nuestra convivencia condenándonos a una abúlica inacción, la cual se transformó, rápidamente, en postergación y retraso. Pero, lo más grave de todo esto es que ya aceptamos y naturalizamos esta realidad. Ya no acomodamos a ella.

En síntesis, Gualeguay perdió la memoria, y, al no recordar, perdió de vista la verdad, o dejó de distinguirla, o la confundió con la mentira, y, desde ese momento, le fue imposible conocer, y encontrar, o construir, su merecida realidad. Gualeguay reclama en los rincones, pero hasta que no se atreva a reconocer y aceptar su pasado, hasta que no lo incorpore a su memoria, no podrá conocer su verdadera realidad, y no podrá desarrollar su merecido futuro.

Leer también Deuda interna gualeya: Lo que nadie resolvió en 22 años del nuevo siglo, publicada el 28 de marzo de 2022.

Norman Robson para Gualeguay21

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