Hebe de Bonafini: ni el duelo, ni el relato, ni mi silencio, podían tapar la historia
En este oficio de decir verdades, muchas veces, uno resigna oportunidades de decir lo que cree que debe decir para evitar confrontar con la estupidez. La muerte de Hebe de Bonafini es uno de esos casos, donde preferí el silencio escrito a contrarrestar las expresiones afines al relato oficial. Ni hablar de los tres días de duelo. En ese contexto, me encontré con el editorial de Daniel Rodríguez, un hombre de medios que aprecio y respeto, que no dudó en decir lo que se debía decir, con la historia como aval, y en blanco sobre negro. Justo aquello que yo no me animé a decir.
En su editorial para su programa de radio, Dani comienza reconociendo que “falleció una de las mujeres más controversiales de la historia de nuestro tiempo”, y adviertiendo que era “una mujer que creyó que atravesar tragedias le daba licencia para pensar, hacer y decir lo que quería”. Al respecto, señala que “atravesar tragedias no te hace superior a nadie ni a nada, porque la vida tiene el mismo valor para todos y tiene que ser respetada”.
Para retratar la figura de Hebe de Bonafini, Presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Dani recurre a algunas de su frases famosas. Recordó que esta mujer dijo: “quiero que prueben las pistolas Taser con los hijos de Macri, Vidal y Bullrich para comprobar que no matan”, y remarcó que, “sin dudas, estas cosas no las puede decir una señora que tiene mucho amor”.
Sin dudas, Dani tiene razón cuando afirma que esta mujer, si es símbolo de algo, “es de los desechos humanos”, considera que “ese pañuelo blanco que llevaba en la cabeza estaba muy manchado con la defensa de la corrupción, defendiendo delincuentes, apostando al autoritarismo”, y recuerda que su fundación, Sueños Compartidos, estaba en manos de asesinos como los Shocklender.
Continuando con sus frases, Dani rescata, supongo que con dolor y vergüenza, dos más: “Vamos a ver como quemamos unos cuantos campos, si van a seguir tirando glifosato”, y “los que participaron en el conflicto bélico de Malvinas eran todos fachos y no tendría que haber vuelto ninguno”. Así pinta el autor a quien desnudaba su odio y ahora pinta ser mártir nacional. Tiene razón cuando entiende que esta mujer no había aprendido nada de la muerte, ni de las ausencias, ni del dolor, ni de la injusticia.
Por eso indignan a Dani los tres días de duelo, y entiende que “es una falta de respeto para gran parte de los argentinos que sufrió su violencia, que fue víctima de su odio, ya que fue artífice de la separación de los argentinos que llamamos grieta”. En un rapto de ironía, considera que “lo único que nos falta es que el Papa Francisco pida la Beatificación de esta mujer”.
Para terminar de pintar al personaje, Dani rescata la declaración de Astiz a Bonafini, donde éste le preguntó: “¿Señora, recuerda que allanamos su casa y tenían un arsenal de guerra para atentar contra un banco? Luego del enfrentamiento dentro de su casa con terroristas, se arrodilló, y me suplicó que la dejara vivir, ya que usted no tenía nada que ver con lo que hacían sus hijos, ¿lo recuerda señora?”.
Para terminar, Dani concluye que “si algo no fue esta mujer, es activista por los derechos humanos, sino todo lo contrario, la deslegitimó, hizo de ello una entidad partidaria, lucró con el dolor y fue defensora de todo lo indefendible”, y, para cerrar, recuerda, y aplica a la figura de esta mujer, lo dicho al final del juicio a las fuerzas armadas: “Ni olvido, ni perdón”.
Gracias Dani por decir lo que había que decir, y que no me animé, y gracias por obligarme, con tus acertados conceptos, a replicar tu editorial.
Norman Robson para Gualeguay21