HSA: Los trabajadores de la salud están entre la espada y la pared
La semana pasada, personal de maestranza del Hospital San Antonio realizó un paro de actividades y se autoconvocaron en el frente del nosocomio. Luchan por salarios dignos y por salir de la precariedad de sus vergonzosas condiciones laborales. Ellos piden una solución a su situación de emergencia, pero la Dirección solo les ofrece explicaciones sobre una realidad que ellos no pueden resolverles. El tema es viejo, y busca perpetuarse, mientras los tiene de rehenes entre la espada y la pared.
Se trata de casi cuarenta ordenanzas, mucamas, cocineras y otros arancelados monotributistas que cobran apenas unos 160 mil pesos mensuales. Trabajadores en la más absoluta informalidad, sin beneficios sociales de ningún tipo, algunos desde hace más de 8 años. Desde hace seis meses que los tienen con cuentos, una vez les aumentaron 5 mil pesos, y después otros 5 mil. Hoy, con 160 mil pesos mensuales ya no pueden vivir.
En ese marco, la semana pasada se plantaron en el frente del Hospital, donde, en diálogo con la prensa, contaron que al plantear la desesperante situación en la Dirección, les dijeron que no saben todavía cuánto va a ser el aumento, ni cuándo van a saberlo. “Se nos dijo que las puertas están abiertas. Si no nos gusta, podemos irnos”, confesó uno de los trabajadores. También se quejaron de que todos los años se les daba algún dinero en tiempos de aguinaldo, pero que ya no, así como tampoco les dan más alguna ayuda para la escolaridad.
Por eso dijeron basta y realizaron un paro, solo garantizando la leche y la comida a los enfermos, pero la Dirección dijo que con el personal de planta y algunos arancelados se las arreglan bien. Estos trabajadores reclaman un salario justo y digno, a la altura del mínimo vital y móvil, pagado en tiempo y forma, tal como debe ser: con los debidos beneficios. Un sueño del cual están muy lejos.
Por su parte, desde la Dirección explicaron a la prensa que este personal cobra del arancelamiento, que es lo que el administración del nosocomio percibe de las obras sociales, PAMI principalmente, y eso, lamentablemente, alcanza para pagarles ese mísero salario. Es por eso que cuando la administración sepa cuánto va a ingresar por ese arancelamiento, sabrá cuánto les van a aumentar y se los comunicará.
La Dirección se plantea no como una patronal, sino como un simple intermediario también víctima de una herencia. “Nosotros no tomamos arancelados”, afirman, deslindando responsabilidades.
De ese modo, éstos trabajadores son rehenes de una situación que quiere presentarse como “fortuita”, sin otro responsable que la historia pasada, una situación que coloca a éstos trabajadores entre la espada, esa realidad inescrupulosa que plantea la necesidad de comer, y la pared, una administración que no se hace cargo de sus trabajadores, sino que delega la responsabilidad en el arancelamiento que deben pagar las obras sociales.
Norman Robson para Gualeguay21