27 marzo, 2025 2:25 pm
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Iglesias evangélicas: Soluciones reales donde impera lo vulnerable

Evangelistas

En Gualeguay, aunque son miradas de reojo por una parte de la sociedad, es creciente la presencia de las iglesias evangélicas, tanto a través de su labor espiritual como de su tarea social. Estos valiosos aportes han hecho de los pastorados importantísimos actores que llegan, con sus voluntarios, a todos los rincones de la ciudad, cubriendo con su presencia las ausencias del Estado y de la iglesia católica. El objetivo de este trabajo de Gualeguay21 es poner en su justo valor la acción
de estos apostolados en el territorio, junto a su contribución a la sociedad, tanto en la asistencia material, como en la contención espiritual y en la promoción del bienestar familiar.

Es el día del Niño, en el barrio cortaron la calle y los gurises ganan su espacio. Entre ellos hay gente organizando repartiendo un juego, un regalo, un chocolate caliente y mucho cariño. Es pandemia y rige la cuarentena. A la salida del supermercado hay gente ofreciéndose con alcohol y contención. Es el día después de la inundación y son muchos los afectados. A la entrada a los barrios hay gente repartiendo bolsas y consuelos. Ni hablar cuando alguien sufre por un consumo, una enfermedad o la pérdida de algún afecto. “Son de la iglesia tal”, siempre cuenta alguien.

En Gualeguay, la Asociación de Pastores de Gualeguay agrupa nueve iglesias evangélicas que llevan adelante una cada día más importante tarea social, la cual va mucho más allá de su misión espiritual. Al preguntarles sobre el porqué de su compromiso social, recuerdan que el Apóstol Pablo dijo que “la fe sin obras es muerta”, o que el mandato divino es “amar a Dios y al prójimo”. Así es que entienden que sus obras demuestran su fe y su amor.

“La espiritualidad es fundamental para lograr un desarrollo como persona a través del vínculo con Dios y con los semejantes”, sostienen, pero también ven que el ser humano está atravesado por muchas situaciones que les toca vivir y le genera una clara necesidad de otras soluciones, de las cuales las iglesias no pueden ser indiferentes. De ese modo, estos pastorados llegan a la gente con el acompañamiento que realmente necesitan. Llegan con la empatía propia de quienes también han pasado o pasan situaciones similares y han encontrado el camino de Jesús.

Cabe resaltar que toda la obra de los evangelistas resulta, al igual que en la iglesia católica, del diezmo, de la beneficencia de sus comunidades. Estas iglesias no llegan gracias a recursos económicos extraordinarios, llegan gracias a la voluntad y sacrificio de sus feligreses y al gran compromiso de éstos con lo común por sobre lo individual. Llegan con mucha empatía, canalizando donaciones y el tiempo personal de su voluntariado.

Así, en Gualeguay, llegan con su aporte a todos los barrios periféricos y cualquier otro rincón vulnerable de la ciudad. Solo tratando de cubrir la mayor cantidad de personas que esté a su alcance y dentro de sus posibilidades. En este afán, las iglesias cuentan con merenderos y comedores distribuidos en diferentes barrios de la ciudad, donde niños toman la leche cada tarde y desde donde se reparten regularmente cientos de viandas por semana, ropas, útiles, y cualquier contención necesaria.

Desde éstos lugares, los pastorados logran una percepción cierta de las problemáticas que aquejan a las comunidades, lo que les permite llegar a las mismas con lo que éstas realmente necesitan. Así es que se hacen presente en el abordaje de todas las problemáticas sociales, como cuestiones familiares, de género, de niños y adolescentes, de adultos mayores, en casos de enfermedad y de duelo, con diferentes programas de contención y proyección en la sociedad, aportando así los valores y los principios necesarios para el adecuado desarrollo y crecimiento de los individuos y sus familias.

De este modo, los templos evangelistas contribuyen a la construcción de una sociedad con más fe, más amor y más obras. “Dios nos mostró la manera a través de su hijo Jesús. El amor de Dios que hemos recibido es el que tratamos de transmitir. Dios bendiga nuestra ciudad”, suelen manifestar desde cualquier pastorado.

Pero, más allá de todo este valiosísimo aporte, es particularmente importante la tarea que realizan estas iglesias en el abordaje de las adicciones, una problemática que se ha incrementado mucho en los últimos tiempos alcanzando a todos los estratos sociales. En ellas, trabajan nunerosos grupos de adictos, y también de familiares. Hoy son cientos y cientos los que han encontrado en Dios y en la iglesia, la salida a ese flagelo, y muchos de ellos se han quedado en la iglesia para ayudar a otros. Con esta tarea han demostrado que a través de la fe, es posible cambiar de vida y liberarse de cualquier consumo problemático.

Es de destacar que el factor común en todas las acciones que realizan estas iglesias es el profundo interés en el otro, absolutamente libre de cualquier tipo de prejuicio. El hacer el bien a otro solo por la enorme satisfacción de hacerlo. Una concepción sobre la vida que les permite cumplir con su misión.

En síntesis, las iglesias evangelistas y sus pastorados se han erigido como importantísimas agencias de bienestar, no solo brindando soluciones espirituales, sino, también, de asistencia general. No solo han sabido, de forma totalmente interesada, ocupar un espacio abandonado por la iglesia católica tradicional, sino que, también, se han hecho presentes donde el Estado no llega, o no está, a pesar de que se le paga por ello. Por eso han crecido y crecen, porque son una solución concreta en lo espiritual, material y emocional que calma y sana una demanda en estado de emergencia.

Dan fe de esto, por un lado, el bullicio de unos 15 templos evangelistas llenos de gente, y, por el otro, el desolador silencio de las 6 parroquias católicas casi vacías, mientras la politica delibera si el Estado debe o no debe estar presente. Alguien me dijo: “Tenemos que dejar de justificarnos cantando loas a Dios, pues así no escuchamos a las ovejas en apuros, tenemos que salir del templo a buscarlas, muchas tal vez no puedan venir”, y recordé a Francisco pidiendo pastores con “olor a oveja”.

Norman Robson para Gualeguay21

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