La colonia del desconocimiento
En estos tiempos modernos, el conocimiento, y la transmisión de éste entre los individuos, son los únicos recursos que tiene una sociedad para fortalecerse y enfrentar los desafíos que le depara el futuro. Entre éstos se destaca el desafío de superar las amenazas contra la República y la Democracia como sistema de convivencia, por parte de poderes concentrados u oligarquías hegemónicas, como las que hoy colonizan Latinoamérica. Cómo nos colonizan con el desconocimiento.
Desde los tiempos de Colón, la colonización ha ido evolucionando. Al principio, los imperios colonizaban territorios llegando en barco y dominando por la fuerza. Luego incorporaron el argumento económico, y los poderes dominaron sociedades sometiéndolas a partir de la difusión del consumo. Ahora bien, desde mediados del siglo XX, con la propaganda como recurso, se fue gestando y perfeccionando la colonización cultural de los territorios.
Hoy, en la disputa del poder, concentrada en el dominio, la colonización cultural ha reemplazado a la territorial y a la económica por ser más barata y más efectiva gracias a las tecnologías de penetración: televisión primero, internet después. El territorio hoy son las pantallas, sean del tamaño que sean. Allí se disputan hoy el poder la República y el Populismo, con la Democracia como botín.
En esta contienda, hoy va ganando el Populismo, no porque derrote repúblicas, sino porque contamina las democracias, las pervierte, y las convierte en autoritarismos totalitarios funcionales al populismo.
¿Cómo?
Entre las estrategias de dominio que ha aplicado, y aún aplica, el populismo en el mundo se destacan aquellas que apuntan a imponer su propaganda (relato) promoviendo el desconocimiento entre los individuos. Estas son la teoría de las mil verdades, instalando la idea de que cada individuo tiene su verdad, lo cual es falso, y la desacreditación de los medios de prensa y los comunicadores, instalando la idea de que cualquier individuo puede reemplazarlos, lo cual también es falso.
Estas estrategias, sumadas a las políticas de deseducación, de promoción de derechos sin obligaciones, y de empoderación de las minorías, todas manteniendo o profundizando la grieta en la sociedad, son las que consolidan el autoritarismo como una forma aceptada de democracia.
Ahora bien, en algunas culturas o idiosincrasias en particular, como la argentina, reconocida en el mundo por su soberbia y arrogancia, el populismo fue masivamente aceptado y su filosofía no solo se arraigó en aquellos adherentes a esa corriente política que lo importó, sino que contaminó toda la masa política, como si se tratara de un argumento ideológico preestablecido.
De este modo, hoy, el problema de la Argentina no es la creciente pobreza, ni la abundante ignorancia, sino que es el desconocimiento, el cual ya se naturalizó en toda la clase dirigente, educada y económicamente acomodada. Esto, por un lado, neutraliza cualquier solución, pues esa clase nunca reconocerá o aceptará el problema, y, por el otro, permite que toda la oferta política sea, en mayor o menor medida, populista, y se pierdan la República y la Democracia tal como fueran concebidas.
Norman Robson para Gualeguay21