5 octubre, 2024 3:17 am
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La Guerra del Libro: el backstage de una feria y la cultura presa de una disputa

Mientras las sociedades civiles deberían representar únicamente los intereses de toda la comunidad, y los gobiernos deberían administrar en beneficio de toda la sociedad, las miserias de algunos que integran estas instituciones las hacen traicionar sus misiones en beneficio de posiciones particulares. La gestación de la Feria del Libro, felizmente restaurada después de décadas, tuvo un backstage teñido un enfrentamiento seudo político entre dos sectores de nuestra comunidad cultural. Tanto fue así que unos tiñeron el evento a su gusto y otros respondieron pretendiendo hacer una feria paralela, o boicoteándola, apropiándose ambos de algo que no es de ellos, sino de todos.

La Feria del Libro volvía a Gualeguay después de mucho tiempo. La Capital Provincial de la Cultura recuperaba así lo merecido según el aporte de sus grandes poetas y escritores, muchos de ayer, y muchos de hoy. En honor a esto, la trascendencia del evento superaba ampliamente cualquier pretensión particular de cualquiera, sea quien se crea que es. Pero, lamentablemente, en el ámbito gualeyo de la cultura abundan las egolatrías y las intolerancias en el más absoluto de los individualismos, hoy enfrentadas por intereses políticos y/o posiciones sectoriales, las cuales son impuestas por sobre cualquier interés común.

Por un lado, la gente de la Biblioteca Popular Carlos Mastronardi, acompañada por otras entidades, tuvieron la valiente iniciativa de restaurar la Feria, pero lo hicieron a su modo, de acuerdo a sus gustos, imponiendo un claro signo que terminó siendo exclusivo y excluyente, circunscrito a un pensar particular, y no pudieron imprimirle al evento un signo amplio, inclusivo a todas las voces. En otras palabras, fue un punto de encuentro donde prevaleció la presencia de un pensamiento particular.

Como respuesta, desde la Municipalidad, donde impera un pensamiento radicalmente opuesto, se intentó hacer una suerte de feria del libro paralela, incluso en uno de los lugares en que se realizó el evento. Afortunadamente, esta iniciativa se frustró, o alguien con cordura la impidió, y Gualeguay no desnudó este enfrentamiento sin sentido ante su sociedad, aunque sí quedó a la vista la nula difusión del evento desde la Secretaría de Turismo, Cultura y Deporte, y desde algún medio local.

Ahora bien, todo esto ocurría mientras algunos referentes de ambos lados trataban de moderar las intolerancias para proteger el desarrollo de la Feria, tan importante para la ciudad. Tarea que resultó exitosa y la nueva Feria del Libro, fue un rotundo éxito. Gracias al compromiso de esos referentes, materializado en las intensas tareas organizativas de los anfitriones, y en el aporte material de la Municipalidad, ni el boicot, ni la interna, ni la exclusión, ni la intolerancia, ni el fundamentalismo, pudieron afectar la Feria, la cual logró ser una fiesta. Tal es así que, incluso, quienes la rechazaban, se acercaron a disfrutarla. 

Por último, y más allá de todo este triste backstage, vale celebrar que ya rescatamos la feria del olvido, razón por la cual debemos conminarnos a trabajar juntos para no dejarla decaer, a la vez que, juntos también, debemos rescatar nuestra cultura de las manos de la politiquería, para salvaguardarla de nuestras miserias y mezquindades. Como en nuestra cultura radica nuestra identidad, y de ella depende nuestra genuina soberanía, el desafío, o deber, de todos es, urgente, desarrollarla y proyectarla de modo protector y sustentable.

Ojalá la próxima Semana Santa tengamos nuevamente nuestra Feria del Libro, reuniéndonos a todos, tanto tras su organización, como participando y disfrutando de la misma, para poder instalarla como un clásico en el calendario cultural entrerriano.

Norman Robson para Gualeguay21

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