La guerra moral: Los que creen que está bien lo malo contra los que creen que lo malo está mal
Desde hace tiempo, en la sociedad argentina ha ido creciendo la idea de que todos tenemos derechos y nadie tiene obligaciones. Esta idea llevó a cada vez más gente a elegir lo cómodo y lo fácil por sobre lo meritorio, una tendencia que, rápidamente, promovió la idea de que lo ajeno no es tan ajeno. De este modo, los parámetros de qué es justo, y qué no, se fueron pervirtiendo, despreciando nuestro sistema de Justicia. Por esta razón, el juicio contra Cristina no es sobre si robó o no, sino sobre si robar está bien o no. No se trata de un enfrentamiento ideológico, sino de una guerra moral.
En la actualidad, si la ex Presidente de la Nación y actual vice lideró o no una banda de ladrones con cargo que se robaron el país ya no es lo importante, ya que a nadie le cabe duda de eso. Lo que este juicio pone en juego, enfrentando a la sociedad argentina, es la valoración de esos actos, poniendo de un lado a los que creen que está mal, y creen que la Justicia debe actuar en consecuencia, y, del otro, a los que creen que está bien, y, lógicamente, no respetan la Justicia.
Respecto de lo ideológico, cabe señalar que ninguna ideología del mundo moderno acepta el robo o rechaza la justicia. Desde los albores de la Humanidad, todas las culturas han ordenado su convivencia según leyes, y todas promovieron el bien y castigaron el mal. En todas, el bien tiene que ver con lo justo, con lo merecido, con el mérito, y el mal con lo injusto, lo inmerecido, con la ausencia de mérito. De este modo, todos los sistemas de justicia arbitran sobre el bien y el mal, promoviendo lo bueno y condenando lo malo.
En la Argentina, a partir de la demagógica política de promoción de derechos y de inclusión social impuesta por el kirchnerismo, ha crecido una importante corriente que simpatiza con lo fácil y lo cómodo, que no respeta el concepto de propiedad, y que rechaza cualquier forma de justicia, pues halla en un sistema así su zona de confort. Se trata de gente que no cree, o no quiere, que el esfuerzo y el sacrificio propios del trabajo sean la fórmula de crecimiento, que tampoco cree que las leyes deban ser tan estrictas, y, por supuesto, no cree que sus derechos terminen donde empiezan los del otro, sino que alcanzan la propiedad ajena.
Esa es la gente que hoy defiende y apoya a Cristina, pues sueña con un sistema así, donde se puedan aprovechar los derechos para vivir fácil y cómodo, sin trabajar, y, más que nada, sin una justicia que la obligue a cumplir con las leyes. Gente que acepta el delito si es en su beneficio, y que aprueba la corrupción si sirve para instalar un sistema como el soñado. En definitiva, no se trata de una grieta ideológica, sino de dos bandos claramente definidos por su moral sobre el bien y el mal. Los que creen que está bien lo malo, y los que están en contra de la gente que cree que lo malo está mal.
Esa es la guerra moral que, a partir del juicio a Cristina, queda a la vista de todos. Esa es la cuestión que hoy enfrenta a los argentinos, poniendo a cada uno de un lado. Y está bueno que así sea, ya que nos permitirá saber quien es quien, y de qué lado está cada uno, y, así, saber en qué país vivimos.
Ahora bien, vale destacar que hay que evitar creer que este enfrentamiento coincide con lo partidario, o que esta corriente es exclusivamente kirchnerista, pues del lado de la oposición hay muchos que, a escondidas, cruzan los dedos y hacen fuerza para que gane Cristina, ya que descuentan que serán gobierno en el 2023 y quieren que la impunidad se perpetúe. Por lo menos otra década, después que se la arreglen. ¿O por qué cree alguien que en la Argentina existen los fueros, y no prosperan los proyectos de ficha limpia y boleta única…? El negocio de la política, en este país, sigue siendo el mejor de los negocios.
Norman Robson para Gualeguay21