La pedofilia serial y la ley
Generalmente, ante la comisión de un crimen contra algún miembro de nuestra comunidad, los vecinos alzamos la voz reclamando desesperadamente por Justicia.
En estos casos, mientras unos concentramos nuestro reclamo en la exigencia de un castigo, otros reclamamos prevención y otros demandamos protección.
De este modo, algunos pedimos castigo porque pretendemos que la pena para el criminal equipare al daño sufrido por la víctima.
O sea, ojo por ojo y diente por diente.
Mientras tanto, otros pedimos prevención cuando queremos que un tipo de crimen no vuelva a ocurrir, y otros reclamamos por protección cuando exigimos que el o los autores del crimen no puedan volver a cometerlo.
Esto es, básicamente, lo que pretendemos y exigimos de la Justicia.
Castigo, prevención y protección.
¿Por qué exigimos esto?
Porque, de tanto en tanto, con más frecuencia de lo aceptable, tecnicismos legales hacen que la Justicia no sea lo justa que pretendemos que sea y disponga la libertad de los criminales.
Prescripción de crímenes
Entre estos innumerables tecnicismos que inciden en un proceso legal, todos ideados para defender el estado de derecho de víctimas y victimarios, se encuentra la prescripción de los crímenes.
Esto quiere decir que los delitos que, por ejemplo, no son denunciados en su momento, muchas veces porque no se tuvo conocimiento sobre los mismos, prescriben transcurrido un determinado tiempo, brindando al criminal seguridad respecto a la ley, protegiendo sus derechos humanos e impidiendo cualquier tipo de arbitrariedad del poder público.
Por eso decimos que nuestro sistema es garantista.
Lo que entiende la Justicia
Si bien es cierto que la Justicia argentina entiende que, al cabo del tiempo, no tiene sentido penar a un criminal si acredita que después del crimen ya no es peligroso, es muy importante destacar que nuestra Justicia entiende que con la prescripción no desaparece el crimen sino que solo desaparece el derecho del Estado a juzgarlo.
Por otro lado, para la justicia internacional, el Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional entiende que los crímenes de lesa humanidad son aquellos que se cometen compulsivamente contra una comunidad causando severos daños psíquicos, físicos o morales a sus víctimas.
Del mismo modo, y en el mismo sentido, en el preámbulo de la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Lesa Humanidad de la ONU, las partes coincidieron en que la represión efectiva de estos crímenes es importantísima para su prevención y para la protección de los derechos humanos de los ciudadanos.
Pedofilia serial e impune
Ahora bien, de acuerdo a ley actual, en el aberrante caso de un pedófilo serial que confesó haber abusado sexualmente de más de 40 niños hace más de 17 años, el crimen queda impune permitiéndole al criminal vivir libremente y, tal vez, seguir manteniendo sus condenables prácticas.
Tal es así que por más que desfilen declarando víctimas y testigos, este pedófilo serial nunca podrá ser condenado, dejándolo sin castigo, impidiendo cualquier prevención de este tipo de delitos, y exponiendo a decenas de gurises a ser nuevas víctimas.
O sea, de acuerdo a la ley actual, promovemos la impunidad del criminal y la comisión de nuevos crímenes contra niños de otra comunidad.
Un crimen de lesa humanidad
Ahora bien, si aceptamos que este sujeto representa un peligro para la comunidad donde viva, y que el crimen, sea cual sea, nunca prescribe, una luz de esperanza abre la posibilidad de una justicia justa.
Más aún si consideramos que la pedofilia serial puede ser considerada como un crimen de lesa humanidad, donde un sujeto causa severos daños psíquicos y morales a un número importante de niños de una comunidad, y que la represión efectiva de ese tipo de crímenes es importantísima para prevenirlos y, más que nada, para proteger a potenciales víctimas.
¿Qué debemos hacer?
Por estos días, la Justicia entrerriana lleva adelante dos causas de este tipo, el caso Ilarraz y el caso Broggi, donde se juzga el abuso sexual de decenas de niños y jóvenes comprobado a partir de sendos testimonios pero prescriptos por que las denuncias llegaron tarde.
De este modo, si nuestra Justicia no se expide ahora imponiendo la imprescriptibilidad del abuso sexual compulsivo y masivo, no solo que estos procesados quedarán libres, sino que se le estará enviando un mensaje muy peligroso a la sociedad, donde los criminales aprovecharán el espacio y las víctimas deberán optar por callar.
Dar luz verde a los pedófilos y luz roja a nuestros gurises no es justicia.
Queremos una justicia donde haya castigo, haya prevención y estemos protegidos.
Norman Robson para Gualeguay21