La pelota está en nuestra cancha
Antes de proceder con cualquier análisis de la situación, convengamos en que la violencia juvenil que vive nuestra ciudad no emergió mágicamente el pasado fin de año con la golpiza a una gurisa, sino que es un síntoma social que se viene manifestando de diferentes maneras desde hace varios años.
Quienes de una u otra manera están compenetrados con la problemática social saben que esta violencia expuesta en el video que recorrió el país no es un hecho aislado ni mucho menos, sino que, junto a los casos de bullyng en las escuelas y de moteros rebeldes y violentos e la calle, forma parte de una misma problemática social.
Este problema en particular se potencia cuando tanto sociedad como dirigencia y estado ponen cara de ignorantes y hacen la vista gorda para disimular su indiferencia hacia estos flagelos y su incompetencia para tratarlos.
Prueba de esto es la absoluta ausencia de cualquier tipo de política comunal, ni de seguridad vial ni de ordenamiento urbano, sino esbozos cosméticos como la inexistente Guardia Urbana, el cuerpo de prevención que custodiaba el corso la noche del sábado pasado o los ya tristemente famosos operativos.
Ahora bien, ante la exposición que tuvo el tema en los medios nacionales y provinciales, surge una iniciativa madura y a la altura de las circunstancias desde uno de los juzgados locales, invitando a las cabezas responsables de la ciudad a ir juntos en busca de una solución al tema expuesto.
Pero, una vez sentados a una mesa de trabajo, lamentablemente, se desnuda la ineptitud de algunas partes para llevar adelante esta tarea, no solo por su ignorancia sobre cuestiones políticas y su falta de interés en la problemática social, sino, más que nada, por su falta de respeto hacia la legislación vigente, la cual es despreciada y violada reiteradamente según lo que marcan algunos intereses particulares.
Prueba de esto es la decisión arbitraria por parte del municipio de extender el horario de expendio de bebidas alcohólicas, de 22 horas a 1 hora, violando una ordenanza municipal que prohíbe expresamente vender estos productos después de las 22 horas.
De igual modo, la decisión de extender el horario de los locales bailables hasta las 7 horas cuando la normativa vigente expresa que es hasta las 6 horas confirma lo expuesto, al igual que lo hace el incumplimiento de su poder de policía no haciendo cumplir las leyes en cuestión, y limitando su accionar a esporádicos y previsibles operativos.
Estos avasallamientos sobre la ley vigente fomentan el consumo de alcohol y el caos anárquico que reina en la ciudad, y atentan contra cualquier pretensión de solucionar la problemática en cuestión.
Lo cierto e indiscutible es que la mayor parte del tiempo, y en gran parte del territorio, los municipales y la policía están ausentes, por no decir dibujados, mientras que los menores consumen alcohol y otras yerbas en auto, en moto, a pie, sentados en las plazas, siempre ante la mirada atónita e impávida de la comunidad.
Esto es así, y seguirá siéndolo, hasta que la sociedad, nosotros mismos, optemos por tomar cartas en el asunto involucrándonos en el tema y conminando a las autoridades a cumplir y hacer cumplir estrictamente las leyes vigentes, sino prevalecerán soluciones cosméticas que se diluirán en lo inmediato dejando el problema tal cual estaba.
Nos guste o no, la pelota está en nuestra cancha.
Norman Robson para Gualeguay21