Las chacras crecen y crece el peligro por la falta de un efectivo ordenamiento vial
El territorio de la ciudad de Gualeguay es grande: casi 100 kilometros cuadrados. De esta superficie, y por fuera de su casco urbano, un treinta porciento está urbanizado según una cuadrícula de minifundios rurales. Si bien el rol inicial de esta zona fue productivo, con el tiempo, la población de todo este sector ha crecido significativamente, y así ha crecido el tránsito. Tan es así que se han iluminado algunas calles y a otras le han puesto nombres. Pero la seguridad sigue siendo una asignatura pendiente que expone a sus vecinos.
La zona de chacras de Gualeguay es un cordón urbanizado de minifundios de algo más de 30 kilómetros cuadrados. Se trata de una periferia semirural, compuesta por unas 400 manzanas, de aproximadamente 7 hectáreas cada una, interconectadas por un entramado vial de unas 45 calles por unos 150 kilómetros, algunas de ripio, pero la gran mayoría de tierra. Dentro de este entramado, siete calles rápidas son las de alto tránsito, por donde se distribuye el mayor tráfico.
Estas calles son Continuación Urquiza, con 3.600 metros cruzando 13 calles; el camino del Consorcio, con 4.200 metros cruzando 15 calles; Continuación Eva Perón, con 3.100 metros cruzando 11 calles; Tránsito Pesado, con 2 800 metros cruzando 8 calles; la calle de Dowery, con 7.800 metros cruzando 26 calles; la calle de los Ingleses, con 3.000 metros cruzando 5 calles; y el camino a Paso de Alonso, con 2.200 metros cruzando 8 calles. En total se trata de 7 calles que recorren 26,700 kilómetros cruzando otras 86 calles.
Como estas calles, por la distancia entre esquina y esquina, y por la supuesta idea de que “por acá no anda nadie”, alientan la alta velocidad, a la vez que el ripio propicia la pérdida del control, cada uno de esos 86 cruces representa un alto riesgo de accidente, en particular para quienes transitan por las transversales. Este peligro se ve incrementado por dos aspectos importantes: la desinformación y la visibilidad.
Por un lado, la uniformidad y monotonía del paisaje no permiten que el conductor advierta de manera alguna que llega a un cruce peligroso, razón por la cual sería conveniente colocar carteles de PARE en todas las transversales a esas calles de alto tránsito, y, si se pudiera, 100 metros antes advertir sobre un cruce peligroso. Esto implicaría la inversión de 170, o 340, carteles.
Por otro lado, las esquinas con frondosa vegetación, tanto en el terreno privado como en el público, impiden un grado de visibilidad segura, ya que no permiten ver si viene o no alguien por la transversal. Este problema se resolvió en las ciudades obligando a que las construcciones en las esquinas terminen en ochavas, liberando en la esquina un triángulo de dos metros por lado. En el caso de las chacras, aparte de mantener desmalezada la parte pública, podría normarse, con alguna ordenanza, que las esquinas de los terrenos de las chacras, haya o no construcción, terminen en ochavas.
Por último, vale señalar que un funcionario de Obras Públicas y un concejal fueron advertidos sobre esta problemática, y sobre el peligro latente que significa para los miles de vecinos de ese sector de la ciudad, aunque, por el tiempo transcurrido sin noticias, se presume que no les interesó.
Norman Robson para Gualeguay21