Nuestro bendito medio ambiente
Hoy en día ya nadie duda del interés que tiene la sociedad en las cuestiones medioambientales. Pero tampoco nadie duda de que es un áspero factor de discordia que nuestra sociedad no sabe resolver. Definitivamente, el tema medioambiental ha generado una suerte de guerra civil dentro del mismo seno de nuestra comunidad.
Soychú y Quimiguay, poseídos por Satán, lideran el ejército del mal que siembra daño por doquier a pesar de la lucha que le ofrece la Resistencia Ambientalista, suerte de Santa Inquisición en una infructuosa caza de brujas.
Toda una guerra de guerrillas mediática que bombardea a la comunidad con “realidades” aterrorizantes sobre efectos nocivos, lobbies inescrupulosos e intereses oscuros.
Este enfrentamiento, inútil y estéril, solo logra angustiar y enfrentar a una comunidad que se ve sometida y presa de una situación que le queda grande a quienes deberían resolverla.
Por un lado, los empresarios amparados en su cetro de poder bajo un paraguas legal ya discutible.
Por el otro, los caciques ambientalistas que se inmolan en una hipotética lucha por un futuro mejor.
Pero todos avocados al mero protagonismo mediático en vez de arremangarse sobre una mesa de consenso en pos de un verdadero futuro mejor.
Unos se refugian en resultados, leyes y habilitaciones, otros en la defensa de la calidad de vida, la ecología, la sustentabilidad, bla, bla, bla, pero ninguno tiene la grandeza necesaria de sentarse a una mesa de trabajo para construirnos ese futuro mejor.
Precisamente de eso se trata todo esto.
Se trata de grandeza.
De la grandeza necesaria para atender los problemas comunes.
De esa grandeza lastimosamente ausente a la hora de desprenderse de intereses mezquinos.
Creo que la sociedad está llamando a estos señores empresarios y dirigentes, empresarios que le proveen desarrollo y dirigentes que velan por su calidad de vida.
Creo que la sociedad los está llamando para que se dejen de joder y se pongan, de una vez por todas, a trabajar todos juntos para así liderar el camino del desarrollo socioeconómico sustentable que tanto merecemos.
Definitivamente creo que la comunidad está agotada por la angustia y está apelando a esa grandeza de forma desesperada.
Norman Robson para Gualeguay21