Ojo por ojo vamos quedando todos ciegos
A través de un artículo de opinión, el joven abogado Pablo Barbirotto propicia la Justicia Juvenil Restaurativa sosteniendo que el sistema actual se rige por el “ojo por ojo”, lo que solo pronostica que “el mundo se quedará ciego”.
Cabe destacar que Pablo Alejandro Barbirotto tiene 35 años y es abogado, escribano, especialista en Derecho Penal, y, a pesar de desempeñarse como Defensor de Pobres y Menores en Paraná, no abandona la investigación ni su formación académica que lo erigen como un referente en el tema de la justicia penal de menores.
Antes de avanzar en la explicación sobre este sistema, este joven abogado alerta sobre la gran confusión terminológica y conceptual que adolece al tema en cuestión, donde se mezclan una gran diversidad de conceptos sobre justicia: positiva, pacificadora, relacional, reparativa, restauradora, comunitaria, conciliativa, conciliadora, transformadora, reparativa, reparadora, restitutiva, reintegrativa, y el de restaurativa que utiliza en este artículo…
O sea, más allá del título, se trata de una práctica que busca responder al crimen de un modo más constructivo que las respuestas dadas hasta ahora por el sistema punitivo tradicional.
La filosofía de este modelo, destaca Barbirotto, puede simplificarse a la nemotécnica de las tres R: Responsabilidad del autor, Restauración de la víctima y Reintegración del autor a la sociedad.
Respecto de los objetivos específicos de este sistema, el abogado aseguró que sería evitarle al niño los efectos negativos que acarrea un proceso judicial, entre los que destaca la estigmatización, la vergüenza, el contacto con otros procesados, y el peligro de empeorar su situación.
Del mismo modo, Barbirotto afirma que la Justicia Juvenil Restaurativa ofrecería al niño, entre otros objetivos, la oportunidad de resarcir el daño inferido a la víctima y de modificar su conducta, estimulándolo a seguir por un mejor camino y realizarse como persona útil a la sociedad.
Al mismo tiempo, destaca el joven investigador, la reparación impuesta por este sistema tiene efectos educativos y socializadores para el niño que delinque, ayudándolo a comprender las consecuencias de su acto, pero también dándole la oportunidad de reivindicarse y de restituirse él mismo como persona.
Según Barbirotto, la Justicia Restaurativa también obtiene una rápida reparación del daño ocasionado a la víctima, a la vez que la sociedad recupera un potencial ciudadano responsable.
De igual forma, el Defensor de Pobres y Menores también sostiene que también el Estado se ve favorecido, porque implementar Programas de Justicia Juvenil Restaurativa resulta mucho menos costoso para el erario que mantener un centro juvenil para adolescentes privados de la libertad.
Parafraseando a Gandhi, Barbirotto rescata el concepto de “ojo por ojo y el mundo se quedará ciego”, convencido de que la ley del talión, esa de ojo por ojo y diente por diente, no es aplicable a los niños.
El joven abogado entiende que lo realmente nocivo para los niños fue desde siempre la incriminación precoz, la privación de la libertad y la confusión de sus actos con el delito adulto, al punto de darles la misma respuesta social y estatal.
Por esta razón, considera necesario, y urgente, instalar el tema y promover una concientización al respecto que nos aparte de las dinámicas de odio, resentimiento y animadversión que nos destruyen a nosotros mismos.
Por último, Barbirotto sintetiza lo expuesto afirmando que la Justicia Juvenil Restaurativa propone no matar gorriones con cañones que destrozan todo, cuando se pueden afrontar los delitos cometidos por niños sin hundirlos más en la delincuencia y preservando a la sociedad de un daño mayor.
O sea, la Justicia Juvenil Restaurativa propuesta por este joven abogado sirve para alejar los niños del delito, mientras que la justicia convencional solo los sumerge cada vez más en él.
Norman Robson para Gualeguay21