Otro papelón gualeyo afecta el buen nombre de Gualeguay

Erase una vez, unos años atrás, un destacado y reconocido artista fue invitado a Gualeguay para crear una obra, la cual quedó para la ciudad y supo estar expuesta en lugares públicos. El año pasado, a alguien se le ocurrió restaurar aquella obra porque no la veía linda. Finalmente, la creación fue modificada en toda su esencia, alterándose el sentido dado por su creador, y sin nunca habérselo consultado. Se hizo en un taller privado dentro de una repartición municipal.
En Gualeguay se realiza, o se realizaba, el Encuentro Nacional de Escultores, en el cual se invitaba a escultores de distintas partes del país para transformar grandes trozos de madera en obras de arte a ubicarse en diferentes espacios públicos.
Una de estas ediciones, fue invitado a este encuentro Fabián Rucco, escultor rosarino que cuenta con una larga lista de premios y reconocimientos nacionales e internacionales, a la vez que sus obras se lucen en Japón, Alemania, Chile, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Lituania, Perú, Tailandia y Uruguay, y en muchas ciudades de la Argentina.
Luego del encuentro, las realizaciones de estos artistas quedaban emplazadas en distintos rincones de la ciudad, algo que ponía en valor el patrimonio cultural gualeyo.
Ahora bien, parecería ser que a la cofradía cultural local oficial (tenemos dos, hay otra opositora) no le gustó la obra de Rucco. O, más bien, le disgustó. “Da miedito”, dijeron, y hasta sugirieron que era la hermana de Chuky, el muñeco maldito.
Todo ello hizo que, a la primera oportunidad, la gestión actual “corrigiera” eso. Si bien ya había sido restaurada por Ricardo Mugnai, un experimentado artista en el tema, con total respeto por la obra, sin alterar nada, a mediados del 2024, ésta volvió a ingresar al “taller”. Pero esta vez no estaba Mugnai.
Finalmente, en octubre del año pasado, la obra quedó “restaurada” y lista para volver a ser colocada en algún espacio público. “Ensimismada en su tarea”, dijo quien la intervino sobre la nueva versión. “Quedó muy tierna” y “mucho más cálida”, se escuchó de los sabedores. “No sé cómo se irá a tomar el artista que le haya cerrado los ojitos”, se atajó en su ignorancia e inocencia la restauradora.
Pero al conocerse lo ocurrido, las reacciones no tardaron en escucharse. El propio Rucco consideró que correspondía preguntarle antes, y agregó: “yo lo hubiese podido ir a hacer si era su deseo. Un simple mensajito antes bastaba para hacer las cosas como corresponde”.
Por su parte, Mugnai señaló que a una obra de arte “nadie la puede intervenir en su morfología”, que es una “falta de respeto hacia el autor”, y que “una obra de arte se acepta o no se acepta, pero no se la modifica”. En el mismo sentido, el artista gualeyo Maximiliano Crespo, le pidió disculpas a Rucco “por este atrevimiento”, y señaló: “Qué poco sentido común tiene el equipo de trabajo de Cultura de Gualeguay”.
Por otro lado, también vale señalar que quien restauró la obra es una empleada municipal que trabaja en el Museo Quiros, bajo la Dirección de Cultura, y que allí mismo tiene su taller privado en el que dicta clases a alumnos particulares.
Por último, vale señalar que este nuevo papelón no hace más que empañar el buen nombre de la ciudad, ya que difícilmente Rucco, o algún otro artista de ese gremio, quieran volver a Gualeguay a dejarnos alguna de sus tan valiosas obras, y, así, perdamos otro evento de nuestro ya reducido calendario, así como perdimos el rally y el encuentro de batucadas.
Norman Robson para Gualeguay21