Papás y mamás cierran filas por la educación
Con la educación en crisis desde hace décadas, a partir de la pandemia, y gracias a la discusión planteada sobre presencialidad y virtualidad, los padres comenzaron a asociarse en defensa de la educación de sus hijos. Casi espontáneamente, papás y mamás de Gualeguay, a partir del evidente retraso en el aprendizaje de sus hijos, comenzaron a inmiscuirse en el proceso educativo, lo cual provocó la resistencia del sistema, hasta ahora manipulado exclusivamente por el Estado y los gremios. La lucha, en la que nuestro futuro está en juego, se plantea larga y áspera.
Mientras los gobiernos, principalmente de signo oficialista, y los gremios docentes, pujan por imponer la virtualidad en la enseñanza, aferrados a la excusa de un supuesto peligro sanitario, los padres vienen cerrando filas comprometiéndose en la defensa de la presencialidad, inicialmente en los medios divulgando sus válidos argumentos. Pero la resistencia en grande: los funcionarios públicos esgrimen su indiferencia, mientras los militantes docentes de los gremios atacan desde los medios y las redes sociales con un discurso centrado en evitar la muerte por la pandemia.
Qué quieren los padres
Según se desprende de lo que manifiestan padres autoaconvocados en defensa de la presencialidad, tanto con hijos en la escuela pública como en la privada, éstos entienden que la escuela es un lugar bien cuidado y protegido, donde los alumnos cumplen estrictamente los protocolos, y donde los docentes están comprometidos con su cumplimiento. Al mismo tiempo, sostienen que, en un escenario de virtualidad, los gurises, al no estar en la escuela, circulan mucho más por lugares donde no estarán tan cuidados y protegidos.
En este sentido, mamás y papás, en base a la experiencia ya adquirida el año pasado, señalan que la virtualidad impacta de diferentes formas en los gurises, y todas ellas de forma negativa. Entienden que la ausencia física del docente al frente del aula no solo afecta la propia educación, sino que, también, anula la contención y atención de cuestiones de riesgo, a la vez que impide el desarrollo de su sociabilidad, cuestiones estas tan importantes como la central. Al mismo tiempo, ven demostrado que los protocolos de seguridad sanitaria no solo son respetados, sino que, también, funcionan, razón por la cual no ven un riesgo cierto para la salud de sus hijos.
En el aspecto educativo, cabe recordar que nuestra educación adolece una importante pérdida de calidad, la cual viene de décadas atrás y, en los últimos años, logró visibilizarse en los resultados obtenidos por los alumnos en pruebas nacionales e internacionales, como las Aprender y Pisa, que exponen los paupérrimos niveles formativos. Tan es así que apenas la mitad de los gurises comprende los textos y un 70 poricento resuelve problemas matemáticos.
En sintonía con esto, la preocupación de los padres hoy es que el contexto de virtualidad no solo impide cualquier recuperación de esos índices, sino que contribuye a profundizarlos, ya que, por un lado, exige una conectividad que excluye a más de la mitad de los alumnos, mientras que por otro lado, muchos difícilmente logren avanzar en la incorporación de los contenidos sin la presencia atenta del docente.
Del mismo modo, los padres están preocupados porque, al imponerse la virtualidad, se profundiza la grieta cualitativa entre los alumnos de la escuela pública y los de la privada, la cual, rápidamente, se traduce en una brecha social que impacta negativamente en todo su desarrollo, y destruye cualquier igualdad de oportunidades. Quienes egresen de una u otra escuela tendrán diferentes posibilidades, mejores en los estratos medios y altos, y peores en los sectores vulnerables, condenándolos a ser víctimas de los.tsntos flagelos.
Por otro lado, papás y mamás recuerdan que, en la presencialidad, los gurises entablan una relación con sus docentes que trasciende lo educativo y convierte a los educadores en efectores sociales en cuanto a la contención y atención de problemas familiares, de violencia, de abuso o de salud. No es menor la participación de los docentes en los protocolos de este tipo, los cual no podrán ser ejecutados virtualmente, con el peligro que eso significa.
Por último, a papás y mamás los inquieta la pérdida de sociabilidad de los gurises en el contexto de virtualidad, encerrados en sus casas sin el necesario contacto con sus compañeros, indispensable en el desarrollo social de los alumnos. Luego del pasado año, muchos son los padres que observaron la falta de este contacto en sus hijos.
Estos son los argumentos que esgrimen papás y mamás que se comprometieron con la educación de los gurises, y que, cada día, son más apoyados por los propios docentes. Un compromiso que enciende una luz de esperanza en la sociedad, a la vez que alienta a otros papás a sumarse. Solo de ese modo, esta causa sobrevivirá a la pandemia, y resistirá el ataque del Estado y los gremios, a quienes, claramente, no les interesa la educación.
Norman Robson para Gualeguay21