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Patricia Miguez recordó a Rocamora

Se cumple cada 17 marzo un nuevo aniversario del fallecimiento de alguien a quien todos nosotros los entrerrianos, y en especial los gualeyos debemos conocer y recordar, un héroe progresista que con su obra fundacional marcó una verdadera política de estado a pesar de que le tocara vivir en un momento histórico muy conflictivo, se trata de Don Tomás de Rocamora.

Juan Tomás Julián Marcos de Rocamora y del Castillo nació el 27 abril de 1740 en Granada que pertenecía a la Gobernación de Guatemala, hoy territorio nicaragüense. Era hijo del Teniente Coronel del Ejército Español José de Rocamora y de Jacinta del Castillo y Hurtado de Mendoza. Se casó con María Ramona Ibañez y Rospigliosi con quien tuvo varios hijos.

Don Tomás hizo carrera militar y administrativa en Guatemala y México, donde conoció a la familia de Juan José de Vértiz y Salcedo, un militar de prestigio. Cuando éste fue nombrado gobernador de Buenos Aires, en 1770, lo acompañó en carácter de oficial de la guarnición del Fuerte de Buenos Aires. Permaneció en ese cargo durante el breve mandato de Pedro de Cevallos como primer virrey del Virreinato del Río de la Plata, y durante el de su sucesor, el propio Vértiz.

Sería Vértiz quien le encomendara a Rocamora una misión que marcaría su destino y el de muchos: solucionar un conflicto que se había presentado en la región del Gualeguay Grande, adonde llegó a principios de 1782 como comisionado componedor. Y es que el nuevo párroco, padre Quiroga y Taboada por sugerencia del Obispo, viendo que la capilla existente estaba en un sitio que se anegaba había decidido trasladarla a La Cuchilla, dos leguas al norte de la ciudad actual y a treinta cuadras del río. Además pretendía imponer una imagen de San Sebastián en lugar de San Antonio. Estos hechos generaron el rechazo de algunos pobladores y enseguida se formaron grupos antagónicos.

El comisionado se puso del lado de la mayor parte de los vecinos quienes querían edificar la iglesia en un sitio cercano a la costa del río Gualeguay y sostuvo como patrono a San Antonio. Defendió esta postura ante el Virrey explicando que el lugar que había elegido el Obispo era un sitio tan seco que “cuando los fieles van a misa tienen que llevarse el barril con agua para no morirse de sed”.

Rocamora recorrió extensamente el territorio entrerriano y se enamoró profundamente del lugar, en todos sus cartas al Virrey no se cansaba de resaltar el gran potencial de este territorio, del que dijo podría llegar a ser “la mejor Provincia de nuestra América”.

A tal punto su deslumbramiento que amplía su informe enviándole un padrón de vecinos que hizo levantar en los cinco partidos (Gualeguay Grande, Gualeguaychú, Arroyo de la China, Nogoyá y Paraná), determinando que vivían allí unas 1.700 personas, a lo que agregó una serie de recomendaciones y descripciones y un plan económico para desarrollar la región. Rocamora elogiaba la laboriosidad de la gente, destacando sus habilidades en los trabajos del campo, así como los abusos que sufrían por parte de personas de Buenos Aires y Santa Fe que compraban a precios irrisorios grandes extensiones de campo, dejando a los verdaderos trabajadores de la tierra que habitaban la región en una situación de abandono jurídico.

Para solucionar esta situación sugería la reunión de la población dispersa en los partidos de Gualeguay, Arroyo de la China y Gualeguaychú, e incluso Nogoyá y Paraná, separándola a esta última de su cabecera Santa Fe, para crear una entidad política y administrativa nueva, a la que llamó Entre Ríos por encontrarse entre dos ríos.

El virrey adoptó el nombre de Entre Ríos, y autorizó a su Comisionado a fundar varias villas.

Rocamora puso manos a la obra. Se reunió en enero de 1783 con el Piloto de la Real Armada, don Pedro de Olmos, que había sido enviado desde Buenos Aires para ayudarlo a delinear la traza de los pueblos que debía fundar. Convocaron al vecindario que habitaba nuestra zona para decidir el lugar del emplazamiento de la nueva población y hubo un acuerdo casi unánime que debía localizarse cerca de la ribera del río Gualeguay para facilitar el tráfico fluvial, que era casi el único medio de transporte para comunicarse con el resto del mundo. La zona elegida estaba cubierta por un espeso monte y varios vecinos no estaban muy de acuerdo con el enorme trabajo de talado y limpieza que debían hacer. La firmeza de Rocamora se impuso para vencer el estatu quo reinante entre los primeros habitantes. Las tareas comenzaron bajo el ardiente sol del verano, el 20 de enero de 1783. Ciento cincuenta hacheros y ciento doce yuntas de bueyes realizaron el desmonte.

Pronto, el 19 de marzo de 1783 Rocamora después de la misa “que vio y pagó” a fray Hipólito Guzmán, distribuyó y posesionó a cada vecino de un cuarto de manzana en la villa, una chacra en las afueras y una suerte de estancia en los campos cercanos. Instituyó también Cabildo, Cárcel, Comandancia, Cuartel, Iglesia y hasta estableció un primer vivero “…para que sirviera como depósito o almácigo para repartir a aquella indócil gente”. Le concedía así a la ciudad los elementos institucionales para que sus verdaderos habitantes no pudieran ser expulsados.

Así quedó fundada la ciudad de San Antonio de Gualeguay Grande, que nacía producto de conflictos y discusiones. La rebeldía gualeya obtenía sus primeros triunfos, y Gualeguay quedaba constituída como la Capital de Entre Ríos.

Rocamora seguiría con la consecución de su objetivo fundando Gualeguaychú y la actual Concepción del Uruguay, pero bajo el mando del sucesor de Vértiz, el Marqués de Loreto, quedó sin apoyo para la fundación de más villas, que ya tenía delineadas siendo reemplazado en la gobernación de Entre Ríos en enero de 1786.

Rocamora ocupó otros cargos administrativos en la colonia, especialmente en Buenos Aires y como Gobernador de Corrientes y luego de Misiones.

Don Tomás de Rocamora también realizó una labor emancipadora importante: cuando estalla la Revolución de 1810 siendo Gobernador de Misiones adhiere rápidamente a la causa reconociendo la autoridad de la Primera Junta. Se une posteriormente a la Expedición Libertadora al Paraguay del General Manuel Belgrano en 1811, a quien acompañó en las batallas de Paraguarí y Tacuarí. Se retira del ejército revolucionario como coronel. Tras una larga enfermedad muere en Buenos Aires el 16 de marzo de 1819 a la edad de 79 años. Sus restos descansan en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced de esa ciudad.

Dice Filiberto Reula: “Son el Virrey Vértiz, y en particular su comisionado Rocamora, quienes realizaron después de Hernandarias, los tres criollos, la mayor obra de colonización entrerriana.”

Hoy podemos resaltar que fue Don Tomás de Rocamora quien realizó la mayor labor fundacional en el territorio, bautizó para siempre con el nombre de “Entre Ríos” a las tierras más australes comprendidas entre los ríos Paraná y Uruguay y las unificó bajo una sola entidad de gobierno, determinando originalmente que fuera Gualeguay la capital de su territorio.

El obelisco que se levanta en el centro de la plaza Rocamora constituye el homenaje que el pueblo de Gualeguay le dedicara a este ilustre fundador de pueblos, por lo que es justo que todos los 17 de marzo nos reencontremos en ese lugar conmemorando su fallecimiento y recordando a este brillante estadista.

Patricia E. Míguez Iñarra.

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