13 diciembre, 2024 3:36 pm
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Por sobre todas las cosas

Con demasiada frecuencia, en la rutina diaria, se posterga o se sacrifica aquello que debiera estar por sobre todas las cosas. Generalmente, por sobre todas las cosas debieran estar lo común, lo general, lo de todos, aunque hoy muchos olviden esto en beneficio de mezquindades personales.

Esto, lamentablemente, es muy común en quienes hoy esgrimen el poder, a quienes se les nubla la visión, pierden la perspectiva, se les desdibujan los valores, y caen en grosos errores.

 

 

 

Y en este sentido abundan los ejemplos…

Uno muy común en el que se incurre desde el poder al preponderar la obsecuencia por arriba de la funcionalidad a un proyecto.

Esto quiere decir que se condenan gestiones interesantes para el bien común porque no se someten a la forma de pensar del poder, ni le rinden la debida pleitesía.

Eso está mal. No es un punto de vista. Es una injusticia acá y en la China.

Sacrificar los intereses de la comunidad por arrogancia ideológica está mal.

Desacreditar excelentes gestiones porque no comulgan con el poder está mal.

Boicotear excelentes gestiones porque quien las lidera piensa distinto está mal.

Todo esto atenta contra la ética.

Del mismo modo, beneficiar o castigas a trabajadores y medios de prensa porque no coinciden con el pensar del poder también está mal.

Que aquellos medios y periodistas críticos del poder sean excluidos de la publicidad oficial, de los partes de prensa, o se los discrimine no dándoles notas no solo es triste y lamentable sino que ofrece una vergonzosa radiografía moral del poder.

Una radiografía que expone toda su debilidad ética y la ausencia total de valores.

Una radiografía que solo tiene precedentes en la Argentina del Proceso o en la Alemania del Goebbels.

Hoy, en el 2012, liderar una caza de brujas contra aquellos que opinan independientemente de favores o prebendas indica un proceso retrógrado hacía una mediocridad política propia de épocas infames.

Hoy, en el 2012, gracias a la globalización y a las TICs, no hay posibilidades de otro genocidio intelectual.

Por eso, por sobre todas las cosas, deben volver a estar el bien común, los valores, los códigos, el respeto y la Constitución, sino, estaremos condenados al fracaso.

Norman Robson para Gualeguay21

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