Septiembre: mes de los jóvenes
Queridos Jóvenes:
Como en estos últimos años quiero acercarles mi cariño por medio de esta carta. Siempre valoro mucho la vida de ustedes.
Están en un momento de la vida en que sienten tener toda la libertad junta. Bajo el mismo cielo y con la misma energía, son tiempos de decisiones importantes.
Algunas opciones que tomes pueden ser definitivas, otras tal vez cambien con los años. Aquellas elecciones más importantes seguramente estarán ligadas a tus valores y anhelos más profundos. No te dejes llevar por caprichos o simplemente tener ganas de algo. Fijate en quiénes te necesitan más y escuchá en tu corazón la voz de Jesús.
En estos días cercanos a la Primavera se sale más con amigos, se organizan fiestas y paseos. La vida es un regalo maravilloso. Cuidala en vos y en los demás.
Para los jóvenes cristianos la alegría es un signo de la presencia de Jesús en el corazón. Sos testigo de ese amor en todos lados. La fe no es una remera o un uniforme que se viste según la ocasión. Es una amistad con Jesús que se vive siempre; con zapatos y corbata, con jeans y zapatillas; en el colegio y la facultad, en la plaza o la Parroquia; en casa y con los amigos. Eso es ser santos.
Permítanme que les diga algunas cosas a modo de pedido:
A los jóvenes estudiantes: estudien. Aprovechen este tiempo para conocer, capacitarse, prepararse. Aprendan también a valorarse mutuamente y forjar lazos fuertes de amistad.
A los jóvenes universitarios: a la hora de estudiar no piense cada uno nada más que en sí mismo o la nota de un examen. Tengan en cuenta a las personas a las que servirán en el futuro. La sociedad necesita profesionales capaces y solidarios.
A los jóvenes trabajadores: sepan que colaboran en la obra creadora de Dios. Sean honestos con lo que hacen y participen en la búsqueda del bien común.
A los jóvenes esposos y papás: vivan la alegría del amor que los une. Eduquen a sus hijos en el gozo de la fe y enséñenles a rezar. Que sepan compartir con Jesús penas y alegrías desde chiquitos.
A los que están sin trabajo y dejaron la escuela: busquen relacionarse con amistades positivas que los alienten a seguir buscando caminos de auténtico desarrollo. No se cansen de abrazar la esperanza.
A todos: recen y confíen en Dios. Él quiere acercarse a tu corazón, a tu vida, no para sacarte nada sino porque te ama de verdad.
Muchas veces cuando te miro, trato de imaginar lo que te está pasando y rezo por vos. Te mando un abrazo que te aliente en aquellos sueños hermosos que Dios siembra en tu corazón.
La Virgen María te proteja.
Con mi cariño y bendición,
Jorge Eduardo Lozano
Obispo de Gualeguaychú