Soychú: A mas de cuatro meses del siniestro no se ven avances y crecen las dudas
El 19 de noviembre de 2021, un sorpresivo incendio arrasó gran parte de la planta avícola de Soychú. Hoy, a más de cuatro meses de ese siniestro, no se observan avances de algún tipo. Una faena mínima, otras en plantas de aquí y de allá, camadas de pollitos que se van a otras granjas, la posibilidad de que Salto sume otro turno propio, y la lucha interna en el sindicato, más la indiferencia política y el rechazo de la sociedad a la continuidad de la planta dentro de la ciudad, generan un clima de insoportable angustia para ese universo que vive, o vivía, dignamente de esa cadena avícola, y para aquellos que son conscientes del significado económico de Soychú para Gualeguay.
Hasta hace 4 meses atrás, gracias a esa realidad económica de crisis crónica que vive nuestrra sociedad, los trabajadores de Soychú eran privilegiados, mientras que cualquier joven que terminara la escuela soñaba con ingresar a la firma, aunque fuera en un perverso sistema de contratos. Pero, repentinamente, en un instante, todo eso se esfumó, y los trabajadores se sumieron en una crisis de incertidumbre, mientras miles de jóvenes perdieron su sueño de desarrollarse laboralmente. A partir de entonces, la crisis transitó distintos escenarios, uno puramente laboral, otro político, y un tercero social.
El escenario laboral
Una vez consumado el siniestro, la empresa prometió públicamente no abandonar a sus trabajadores mientras se reconstruyera la planta. Así pasaron los primeros días y semanas, con el Sindicato de la Carne gestionando que nadie se quedara sin trabajo, ni que perdiera su obra social, y así comenzaron los viajes a trabajar a Salto y a Uruguay, y una faena reducida en lo que quedó de la planta quemada.
Insólitamente, en ese contexto, entre los trabajadores, se agitó la disconformidad, curiosamente más en contra del sindicato que en contra de la patronal, instalando una interna inoportuna y sin sentido, que solo sirvió para debilitar la acción gremial en un momento tan delicado como vital.
A raíz de esta división o desunión, los trabajadores locales, hoy, se están perdiendo días de trabajo en las plantas de Salto y Uruguay, dejando un espacio vacío en un momento más que crítico, por el peligro que ello significa. Por ejemplo, el gremio de la ciudad bonaerense, sin dudas, preferiría ocupar ese tercer turno de los gualeyos con personal de esa ciudad, algo que le conviene a la empresa y que pasará si Gualeguay se distrae. No debe ser diferente la realidad de la planta uruguaya.
Por otro lado, la firma comenzó a destinar pollitos a granjas fuera de la provincia, materia prima que deja de llegar al sistema local de granjas, sumando afectados a la crisis del sector.
Toda esta situación, más la en extremo lenta reconstrucción de la planta, despiertan preocupación y dudas sobre si realmente hay intenciones de reconstruir la planta, y sobre el peligro.que corren los puestos de trabajo, y alienta el fantasma de que todo responde a una estrategia.
El escenario politico
A partir del incendio de la planta, en la sociedad gualeya se generó un escenario de discusión y discordia donde se enfrentaron, y aún se enfrentan, los intereses contrapuestos de ambientalistas y vecinos hartos de los olores, por un lado, y, por otro lado, los de otros vecinos ligados económicamente a la actividad, mientras los gobiernos se aferran a su indiferencia, y la empresa aprovecha la situación, todo esto con las familias de los trabajadores como rehenes.
Si bien estuvo, y sigue estando, en juego el modelo de ciudad que los gualeyos quieren, ni el Gobierno Nacional, más allá de sus promesas financieras, ni su par Provincial, demostraron interés real y concreto en esta situación, al igual que el Municipio local nunca tomó una posición concreta respecto del asunto, ni demostró interés alguno en arbitrar una solución conveniente a toda la sociedad.
Toda esta indiferencia beneficia abiertamente a la empresa, la cual maneja cómodamente la situación en su beneficio, sin ningún interés aparente en atender lo que sufran o no Gualeguay y su gente.
Por último, en este concierto de pujas individuales, el Sindicato adoptó una posición componedora y negociadora en beneficio de los trabajadores, la cual fue arbitrariamente confundida como tibia o parcial para debilitarla, en favor de intereses ajenos al general.
El escenario social
De este modo, tal cual aquella costumbre que nos caracteriza, se ha dividido la sociedad gualeya entre los que priorizan el trabajo por sobre el olor y aquellos que prefieren un ambiente inodoro por sobre la economía. Esto, sin una debida tutoría presente del Estado ordenando la convivencia y alentando el desarrollo hacia un destino que beneficie a toda la sociedad, genera, de modo inevitable, la discordia y el enfrentamiento entre los individuos, alterando cualquier pretensión de convivencia pacífica.
Conclusión
De este panorama se desprende que lo que ocurra en el futuro inmediato está librado, más que nada, a la suerte, pero en todas las variantes de lo que pueda pasar pierden los gualeyos, y en ninguna pierde la empresa.
O sea que la suerte, casualmente, parece favorecer a Soychú, ya que mientras se toma su tiempo para hacer algo por la reconstrucción de la planta, va logrando que los trabajadores, solos, se cansen y busquen otro trabajo; que otras plantas vayan absorbiendo la producción que fuera gualeya, y que otras granjas absorban sus pollitos; que los funcionarios, curiosamente, sigan mirando hacia otro lado; y que los trabajadores y los vecinos se distraigan peleándose entre ellos. Sin dudas, así será hasta que un día se despierten y se encuentren con que Soychú, finalmente, se fue.
Cabe señalar que la desaparición de la planta significaría una reducción importante del producto bruto interno de Gualeguay y una más que preocupante crecida de la desocupación, índices que podrían redundar en un profundo estancamiento del cual no podríamos salir por, por lo menos, unos cincuenta años.
Norman Robson para Gualeguay21