Un largo camino a casa
Desde ayer, sábado, cientos de miles de jóvenes están peregrinando al Santuario de Nuestra Señora de Luján. No andan sin rumbo; no son un pueblo errante o vagabundo; son un pueblo peregrino.
Expresan la fe en Dios, en los hermanos, en la vida. Muestran la confianza en que María, la Virgen Madre, camina a nuestro lado. Y los espera en su casa.
El lema de este año es “Madre, ayudanos a cuidar la vida”. Cerca de 60 km de ruta para significar el camino de la vida. Amigos, familias, parroquianos, penitentes, sacerdotes, religiosas, van juntos cantando, rezando. A lo mejor se escuche “Que en el suelo americano / nunca falte amor y paz / no nos sueltes de tu mano / Virgencita de Luján”.
En el Documento Final de la Asamblea de Obispos de América Latina y El Caribe realizada en Aparecida, Brasil, en el año 2007 se dice:
“Destacamos las peregrinaciones, donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera.
La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor.
El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio.
Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual.
Allí, el peregrino vive la experiencia de un misterio que lo supera.
En los santuarios, muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos, que millones podrían contar.” (Documento de Aparecida, mayo de 2007 – 259; 260)
Cuánta vida mirando hacia Dios. La vida es un don, un regalo de Dios. Pero no es una “cosa”, un “objeto”. Es frágil y deber ser cuidada. Cada uno a sí mismo y a los demás. Somos solidarios en el cuidado de la vida de punta a punta. Desde que comienza a desarrollarse y crecer en el vientre de la mamá, pasando por la infancia, la adolescencia… y siempre; en cada etapa hasta su fin natural. Y este cuidado debe ser integral: del cuerpo, el espíritu, los afectos, el trabajo, el estudio, la vida familiar….
Un regalo adicional de este año es que la Imagen auténtica de la Virgen de Luján estará en la puerta del Santuario recibiendo a los peregrinos. ¡¡¡¡¡La mismísima imagen del Milagro!!!!! La que con tanto cariño cuidó el Negrito Manuel, y ante la cual rezaron millones de hijitos de la Virgen durante siglos. Mamá en la puerta, esperándonos.
Pero volvamos a los peregrinos. Ellos llevan en sus pies y corazones las intenciones de toda la Patria. También las tuyas y las mías. Las que pronunciaste y las que aún guardás en silencio.
Unamos también nosotros nuestra oración con ellos y digamos “Madre, ayudanos a cuidar la vida”.
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social