Violencia de género: Dime quien eres y te diré con qué vara medirán tu pecado
El mes pasado, desde este medio dimos a conocer el caso de una víctima de violencia de género cuyo agresor, un hombre vinculado a la política, después de casi dos años de proceso, fue apenas penado con una probation. La semana pasada, aquella misma víctima volvió a denunciar a su mismo agresor, pero la impunidad sigue prevaleciendo y la justicia parece mirar para otro lado. Pero éste no es el único caso en que el poder vuelca la balanza de la justicia según quienes sean los protagonistas.
No son pocos los que han escuchado los discursos de jueces de nuestro ámbito versando sobre la violencia de género y la protección de las mujeres, y son muchos los que han visto las marchas del politizado 8M, pero, más allá de las expresiones particulares de cada caso, lo cierto es que, al final, todo aquel cuento de protecciones y derechos depende de quién sea el varón o quién la mujer. Cabe señalar que es mucho más importante que el rol de alguno de los protagonistas, o que su vínculo con alguien del poder, el tratamiento diferencial que hace la Justicia de las distintas causas según quiénes son las partes.
Por ejemplo, la semana pasada, una víctima denunció otra vez por violencia de género a su expareja, con quien lleva tiempo separada, e hijos pequeños en común. En la denuncia, la mujer expone que su ex está constantemente utilizando a los niños para provocar situaciones de conflicto que la afectan seriamente en lo emocional, ya que ella ya ha sido su víctima.
Cabe recordar que a este hombre se le dictó una probation por violencia de género contra la misma víctima, la mamá de sus hijos, y que, en ese marco, se le impusieron estrictas reglas de conducta, entre las que se destaca la prohibición de molestar a la víctima. Pero, a pesar de lo ordenado, la mujer denuncia que sigue sufriendo conflictos que surgen cada vez que él papá lleva los chicos, sin lograr que la Justicia intervenga. En otras palabras, la convivencia se ha tornado particularmente delicada, las comunicaciones se han vuelto especialmente conflictivas, y nadie estaría haciendo algo para que la víctima pueda vivir en paz.
Pero este no es el único caso de injusticia, ya que también hay casos diametralmente diferentes, donde, por ejemplo, es la mamá la que impone su poder gracias a sus vínculos con la Justicia, y, así, mantiene como rehenes a sus pequeños hijos y ejerce la violencia contra el papá, su ex pareja, quien no puede acceder a su derecho a una vida en paz cerca de sus hijos. Un caso en el que también se manipulan los hilos de los procesos judiciales a conveniencia del o de la interesado o interesada.
Lamentablemente, abundan los casos que exponen la indiferencia de la Justicia, la cual elije no intervenir, o intervenir favoreciendo a una u otra parte, sin importarle lo justa o injusta de su intervención, ni el daño que ocasiona a los involucrados. Pero lo más grave de todo esto es que abundan las criaturas abandonadas a este fuego cruzado, sufriendo daños capaz irreparables, frente a una Justicia indolente, impiadosa, e inescrupulosa, a la que no se le mueve un pelo por lo que éstos inocentes atraviesan.
Norman Robson para Gualeguay21