A finales de junio pero tiempo atrás
Nació en Pergamino con el siglo, murió en el 83 antes de ver recuperada la democracia, y a lo largo de su vida fue médico y político, y fue Diputado, Vicegobernador y Presidente de la Nación hasta que un 28 de junio lo derrocaron.

Mario Sábato lo retrató de inmejorable manera.
“Hace cuarenta y ocho años, se fue en taxi de la Casa Rosada.
Tenía el mismo traje que había usado para asumir la Presidencia de la República.
Un oscuro general lo derrocó, pero no lo derrotó.
Otra vez, pero no la última, había llegado La Hora de la Espada.
La que reclamó el Poeta Nacional, Leopoldo Lugones, a quien algunos celebran en el Día del Escritor.
El obtuso general, que poco después fue a la Exposición Rural en una fastuosa carroza, luciendo todas las condecoraciones que no había ganado en ninguna batalla, fue saludado con entusiasmo por la distinguida concurrencia.
Se festejaba el fin de la lentitud de la democracia popular, y el comienzo de la eficiencia de la dictadura ilustrada.
Impulsado por periodistas prestigiosos, sindicalistas adinerados, y poderosos grupos económicos nacionales y extranjeros, el general que pretendía ser De Gaulle y terminó siendo una caricatura del Generalísimo Franco, nos impuso el Oscurantismo.
No fue la primera vez, ni tampoco la última.
El que vino en carroza con caballos engalanados destrozó la Universidad Pública, expulsando a palazos a profesores y estudiantes.
El que se fue en un modesto taxi, y pagando el viaje, nos había ofrecido un país que dedicaba el 25% del presupuesto a la educación pública.
Muchos celebraron el cambio, y aún no se arrepintieron.
Arturo Illia nos demostró que un político puede ser honesto, y que dedicarse a la política debe ser un acto de desprendimiento personal.
Que con la democracia se debe educar, aunque los buitres nos acosen.
Que vale la pena, aunque los buitres ganen algunas batallas.
Es muy imprudente que lo olvidemos.
Porque su ejemplo nos puede servir, sobre todo cuando nos desalentamos.
Cuando nos corroe la incertidumbre, el descreimiento.
Porque a Arturo Illia lo derrocaron.
Pero no lo vencieron”.
Gualeguay21