Ampliar la mesa, no achicarla
Cuando invitamos amigos para una fiesta en casa, hace falta agrandar la mesa. Y para eso hay que acudir muchas veces a la imaginación y la creatividad para aprovechar cada rincón. Solemos incluso pedir ayuda a algún vecino, o le encomendamos a cualquiera de los invitados de confianza que se venga con algunas banquetas lo más chicas posible para no ocupar tanto espacio.
Este fin de semana estamos celebrando la Fiesta Solemne del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Hacemos memoria y volvemos a actualizar el momento de la Última Cena en la cual Jesús transforma el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre, su “carne para la Vida del mundo” (Jn 6,51), que es el “pan vivo bajado del cielo” (ídem).
Jesús nos llama a participar de su banquete en el cual Él mismo sirve la mesa y se entrega por amor. ¿A quiénes? A nosotros. ¿A cuántos? A todos. Sí, a todos, porque por todos entrega su vida en la cruz. La muerte y resurrección de Cristo no es para la salvación de unos pocos. Ni siquiera para la mitad de las generaciones, sino por toda la humanidad. Incluso podemos decir también que para renovar toda la creación, haciendo un mundo nuevo.
En el Evangelio de San Lucas Jesús nos cuenta la Parábola de los invitados descorteses que no quieren asistir a la fiesta ofrecida por el dueño de casa, y entonces pide a su servidor: “Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos”. (Lc 14, 21)
Otro pasaje con un tono eucarístico es el de la multiplicación de los panes en San Marcos, citado por el Papa Francisco: “En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: «¡Denles ustedes de comer!» (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos”. (EG 188)
En ambos pasajes evangélicos se hace referencia a los pobres, que son invitados a participar de la comida, mejor aún: de la fiesta de la vida. Y esto, “supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”. (ídem) Esto me da pie para alentarte en la generosidad. El próximo fin de semana se realizará en todo el país la Colecta anual de Caritas con el lema “La solidaridad empieza por Dar”. El dinero recaudado sostiene en forma estable proyectos e iniciativas de promoción humana, acompaña microemprendimientos productivos, comunidades de ayuda a quienes sufren adicciones, capacitación laboral, entre otras actividades solidarias. Contamos con tu ayuda. Podés buscar más información en www.caritas.org.ar
En estas semanas se intensifican los debates acerca del aborto. Todos estamos llamados a la fiesta de la vida. No sobra nadie. Una mirada reduccionista de la persona lleva a limitar los derechos de los niños por nacer a una cantidad arbitraria de las semanas del embarazo. ¿Por qué en la semana 12 no lo que en la 11 sí? ¿Por qué achicar la mesa de la vida en lugar de agrandarla? Mirar a los pobres y amarlos es ayudarles a criar dignamente a sus hijos y no favorecer el aborto.
Mirar a los pobres y defender sus derechos debe llevarnos a ponernos de su lado, y ante el abuso sexual o la violación juzgar al delincuente, y no consagrar su impunidad con la condena sobre la vida del inocente.
Desde la Conferencia Episcopal hemos convocado a una Jornada de Ayuno y Oración para el próximo jueves 7 de junio. Unamos nuestra oración para que Dios ilumine la mente y corazón de nuestros legisladores.
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social